La poesía de Rubén Bonifaz Nuño es una mezcla entre la precisión y la técnica de la tradición greco-latina, y la cotidianidad del lenguaje coloquial; como si quisiera llevar lo clásico al día a día de la Ciudad de México. El escritor desarrolló sus propios sistemas de versificación y estrofas para sus poemas. En cada verso se refleja el terrible peso de la cólera, la melancolía y la soledad sin remedio; pero también destellan los rayos de la ternura, el amor y la esperanza. El poema que te compartimos a continuación refleja la angustia de las despedidas y el desamor.
AUNQUE BIEN SÉ QUE NO ME EXTRAÑAS
Aunque bien sé que no me extrañas,
aunque tengo la razón, me acuerdo:
el cáncer terminó; te ausentas
por todo lo mal que supe amarte.
Ya fui desventurado cuando
estuviste aquí, y en el momento
donde te vas, me desventuro.
La sola ventaja de estar ciego
es acaso no poder mirarte.
Ya morir sin arrepentimiento
es mi esperanza, y te lo digo
porque al fin te conozco;
que si he pedido muchas cosas,
pude pagar con sobreprecio
las pocas que me fueron dadas.
Mientras más mal te portas, mucho
más te voy queriendo, y porque espero
menos, me injurio y te acrecientas.
Así tuvo que ser: de tanto
que te procuré, me aborreciste;
tan sólo pesares te he dejado.
Raspaduras de celos, dudas
que no opacaron la certeza
de cuanto en ti me desolaba.
Tú, como si nada, te diviertes;
pero entristécete:
si todos sabrán que estoy quemado,
ninguno sabrá que por tus llamas.
Vete como de veras; pierde
el número atroz de este teléfono,
la dirección que no aprendiste,
aquel corazón tan despistado.
Igual sigue siendo todo; nadie
hay como tú, por mi fortuna;
pero a nadie como tú he llegado.
En el agua escrito y en el viento
quedó el amor perpetuo. Sombras.
Y me quemo, y de mejor violencia
ay, mamá te alumbro al apagarme.
Ya te conozco, ya obligado
soy a bien quererte y despreciarme.
Pero no, porque me da vergüenza;
pero sí, porque me estoy muriendo
sin voluntad ni penitencia.
Y por todo: porque no quisiste
permanecer, porque me olvidas,
porque me voy tristeando, gracias
te doy. Y por andar de noche.
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La poesía mexicana de la época de Los Contemporáneos marcó un antes y un después no sólo en el género, sino en toda la literatura nacional. Rodolfo Usigli y sus poemas de la muerte, y Rosario Castellanos con su valiente poesía del amor son grandes figuras entre los escritores mexicanos.