Él conocía bien el significado de la palabra “Aventurarse”, y lo había sentido con su propia piel. La aventura no siempre se trata de correr a la orilla de los acantilados, a veces puedes tener la mayor aventura de tu vida dentro de las paredes de tu habitación: y él la tuvo.
Aventurarse en la morfología de aquella chica,
en el movimiento de rotación de sus caderas,
en la órbita espacial que conforman sus profundos ojos,
los mismos que te llevan a hacer turismo en el espacio sideral
y confundir su sonrisa con las constelaciones de estrellas.
Presenciar la alineación de los planetas en ese surco de su vientre
que desemboca en el agujero negro que es su ombligo,
sabiendo que si vas más allá,
te encontrarás con la frontera de esta galaxia
conocida como la línea de sus bragas.
Se sintió minúsculo en aquel universo infinito,
y finito al lado de aquella mujer convertida en galaxia.
Sólo con tenerla frente a él, su mente se aventuraba en su cuerpo, cada vez de forma distinta, ya que siempre había una nueva manera de amarla, de vivirla, de consumirla…
Y él las encontraba todas.
**
El amor es un hechizo mágico que se repite como un rezo, así como el Conjuro no.17 para encontrar el amor verdadero.
**
Las fotografías que acompañan al texto pertenecen a Claudia de Lima.