La mejor parte, es que no debía aclarar la etimología del nombre; aunque eso es al menos en gran medida lo que pensaba, lo que a mi juicio debía ser correcto. Sin embargo, durante los últimos meses había experimentado algo de dificultad para mantenerme estable laboralmente. Finalmente, esto fue lo que me llevó a la firme resolución de explorar y explotar mi coño. Tal vez, si mis padres no se hubiesen largado dejándome a tan temprana edad sola y desorientada en este mundo que sigue viéndose como una mierda, no me habría adentrado por oscuros recovecos y no habría hecho muchas de las cosas que hasta la fecha son innombrables.
¡Qué más da! Al final no estoy aquí para reflexionar sobre el sentido de la existencia. Sólo vivo y respiro para sentir, hacer y dejarme hacer. Eso es lo que hace una puta de oficio, ¿no?
¿Qué cómo me llamo? Mi nombre… Mi nombre es ignorancia. No es broma. Es el nombre de registro, es mi adjetivo, es aquello que a la perfección me describe. Pues al final, cuando cada hombre está en mí, cuando me dejo ir por un orgasmo y unos pocos billetes, lo único que escucho en el punto más cercano al paroxismo, es una exclamación de parte de todos los que han recorrido una y otra vez mis carnes ya algo cansadas.
Al final lo único que me queda, lo único que tengo es un: ¡BENDITA IGNORANCIA! Justo antes de correrse cualquier hombre, esta es la única frase que me desencaja, que se filtra hasta mis huesos. Es lo único que escucho cuando finalizo mis labores de cama. Por ello, lo mejor es no saber. Por ello exalto y celebro cada parte de mi ser a través del cuerpo. No soy estúpida, sólo he optado por no querer saber, por reconocer la sin razón de este extraño universo. Sentirme amada aunque sólo sea una quimera que se desvanece con el sexo; sentirme fuerte al no saber ni querer entender nada.
En fin, de cierta forma les puedo decir que soy feliz….BENDITA IGNORANCIA
Fotografía de Bill Brandt, 1953.