Ignorancia
Miles de personas odiaban los libros en la Edad Media. Los pasantes comunes miraban con desdén, asco y rabia a todos aquellos “intelectuales” que podían descifrar los extraños símbolos que imprimían en sus hojas y que los convertían en una amenaza racional y poderosa contra su analfabetismo. Tom Shippey, experto en literatura medieval, asegura que con el crecimiento exponencial de las profesiones que requerían saber leer y escribir (principalmente las gubernamentales y las religiosas) la gente común desarrolló una fobia a cualquier tipo de documento impreso o escrito y al poder que tendrían los letrados sobre las masas.
¿Suena familiar?
En México aún existe una gran cantidad de personas que detestan la lectura y que utilizan la palabra “intelectual” como un término despectivo. Cuando escuchan a alguien que cita libros o que parece estar más adentrado en una cultura más seria y profunda cierran sus mentes y rechazan cualquier idea nueva. Son una continuación de ese odio que nació desde la Edad Media. Se rehúsan a tocar un libro por el vínculo negativo que crearon en sus mentes: tienen bibliofobia, un miedo o desprecio insólito por la lectura, por los libros y cualquier elemento escrito que les parezca incomprensible.
No obstante, la bibliofobia no sólo abarca lo que acabamos de mencionar. Quienes la sufren pueden sentir pánico, ansiedad e incluso un fuerte tormento si se encuentran frente a un libro, un cuaderno o un documento. Esto no es causado solamente por el desprecio a una clase informada, sino por problemas de aprendizaje, dislexia, contexto cultural, analfabetismo o por otro tipo de traumas vinculados con la lectura.
¿Cómo puede desarrollarse?
Es posible que si alguien lee un libro a una corta edad y no logra comprenderlo, desarrolle bibliofobia, especialmente si crece en un contexto en el que otras personas pueden entender la misma lectura sin ningún problema.
Ese tipo de acciones desarrollan ansiedad en la persona y lo condicionan a sentir pánico y aversión a los libros. También alguien puede desarrollarla por el miedo a hablar en público, al igual que por alguna condición motora que le impida hablar o procesar información de manera apropiada. Asimismo, existe un tipo de bibliofobia que se reduce a ciertos géneros literarios, como es el caso de algunas personas que le temen a los libros de detectives o de magia sólo por algún vínculo con recuerdos negativos o de creencias exageradas relacionadas con la violencia o el ocultismo.
Censura y quema de libros
Este padecimiento ha sido motivo de distintos tipos de odio. En algunos lugares a lo largo de la historia se han llevado a cabo quemas de libros y prohibiciones por los temas que abordan, lo cual revela el miedo de algunas figuras que consideraban que eran peligrosos; indirectamente les causaba miedo y pensaban que, eliminándolos, las personas jamás tendrían que enfrentarse a ellos. Es un crimen causado por ignorancia y el temor al efecto que tiene la literatura en la psique.
La bibliofobia es una mezcla entre la “fobia específica” y la “fobia social”; es decir, entra en el espectro que va de un temor irracional a un pánico causado por el entorno. El bibliofóbico podría simplemente no abrir un libro en su vida, huir (literalmente) de un documento o incluso desmayarse si se enfrenta a una lectura obligatoria.
Para responder la pregunta con la que está titulada este artículo, la bibliofobia puede ser tanto el miedo por los libros como el terror a leer. De acuerdo con Tom Shippey, quien profundizó en el efecto del fenómeno en la Edad Media, es posible eliminar la condición con tratamiento psicológico y un acercamiento paulatino a los libros, comenzando por lecturas ligeras hasta que el pavor desaparezca.
Actualmente existen miles de personas con bibliofobia, principalmente en los países menos desarrollados en los que la división de clases está extremadamente delimitada. Aquellos que perciben a la clase “letrada” como exclusiva, aprehensiva y manipuladora, se alejan de los libros, consideran que sólo son para gente culta e incluso puede que se sientan amenazados por el contenido de las obras. De todos los miedos absurdos que existen posiblemente éste es el más irracional. Afortunadamente existe forma de eliminarlo: sólo se necesita la voluntad de quien la padece para que, finalmente, tome un libro y vea que no hay nada peligroso, sino que leer le ayudará a mirar el mundo de distintas formas.
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Referencias
University of London
Independent