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Bienvenida a mi pasado. (1)
(1) Un pasado que está a punto de ser saboteado por tres columnas de mármol [con una masa infinita]
Mis monstruos se disfrutan entre sí, se envuelven: disfrutan más del caos que resulta de pronunciar monosílabos, que de la inmensa batalla que respiro con un grado de elocuencia.
Esa línea divisoria que está a punto de pisar entre el “quiero” y el “puedo”.
El viaje maravilloso que se puede desmoronar con el susurro suave de una idea mal entonada; la luz de una puerta entreabierta (con la pintura de un color cálido, pero deteriorada).
Millones de neuronas masacradas por la sinapsis y que han preferido vivir en el infierno que en el cielo. El fino hilo imaginario que rodeaba mi garganta con la suya ahora simplemente, con su filo, va rebanando cada capa de piel. Se ha tomado la osadía de vulnerar entre espinas de mundos rotos y se ha acobardado para vivir entre el calor de mi columna vertebral.
Estamos a un grado de redimir nuestros cuerpos y permitir que el alma se complemente con otras, estamos a punto de pasar los dedos por una licuadora. De pronto mi cerebro se va inflamando tortuosamente, va dejando finos estragos de escenas vividas en un muro; escurren indefinidamente las ideas, el caos se va prolongando hasta que se detiene para procesar un último entorno e implota.
Léase lento, disfrútese la melancolía con un trago de hiel.
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Pensamientos, insomnios, señales… nuestra mente, nuestra alma y la piel van mezclándose con sensaciones y el mundo externo… la poesía nos da la posibilidad de sublimar aquello, para ejemplo las letras que te compartimos: Nuestras risas no se volverán a traslapar y nos habremos perdido.
Léase lento, disfrútese la melancolía con un trago de hiel.
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Las fotografías que ilustran el texto pertenecen a Maren Klemp, conoce más sobre su trabajo en su página oficial.