Tal vez el amor que más nos cuesta expresar es a aquellos que más lo merecen, esta carta nos lo recuerda; continúa leyendo…
Blanca Esperanza
(A mi madre)
No sé si era un encantador plan para ti y para tu vida, y no lo sabré nunca.
Sabes demostrar un sentimiento difícil y profundo; lo material y físico no son necesarios para comprenderlo.
El reflejo de tu mirada me lo dice todo: es puro, es amor, es vida, futuro, felicidad, esfuerzo; pasión, honestidad, paciencia, tolerancia; algo que se siente de verdad. Se necesita tiempo para entenderlo desde mi lugar en el mundo.
Hoy, aún en mi tiempo, sueño con verte cada día sonreír como lo hacías antes de cada una de las tristezas que sacudieron nuestro pasado y nos hicieron fuertes.
Nuestro presente se encuentra aún herido por aquellos momentos, pero tu sonrisa y la parte nieve de tu rostro angelical y cabello corto, borran todo sentimiento negativo que intenta llegar a mi vida.
Sigo pensando en ti, incluso cuando intento decir adiós al mundo que me construiste desde que me regalaste la oportunidad de conocer el sol y el firmamento, rodeado de ríos y mares: allí renace mi paz.
No me permites decaer, aun sin decirme una palabra: no sabes lo que siento y pienso, y no lo necesitas para ayudarme a controlar y tratar de superar los momentos difíciles, o celebrar los de éxito.
Tu alma viva me cuida y me da esa esperanza que intenté perder alguna vez; las barreras y los límites de fuerza no existen cuando recuerdo que todavía estás cerca, que te puedo observar y tocar.
Desde mi alma te amo, en mi vida y muerte también lo haré eternamente.
Empecé a comprender, en este momento, que existe algo porqué vivir hasta el infinito día que decaiga mi ilusión de verte sonriendo de pie, al lado de las personas que amamos y nos aman.
Te amo, mamá.
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Nuestra casa es un poema que merece ser leído y reflexionado, sigue leyendo y compartiendo lo bello que tiene la poesía y el amor.