Breathe (Soledad).
Fotografía por Mouton-addict
Soy el olvido entre el espacio colectivo. A través del tiempo me voy apagando, cada vez más ante la ignominia de la indiferencia. Harto de ser un fantasma, deambulo con mi sombra como testigo. No conozco la atención, mucho menos la intriga. El amor brilla por su ausencia.
Soy una infinidad frustrada que absorta se muerde los labios hasta sangrar el alma a causa del tedio. Por mis entrañas se encierran la represión y la desesperanza. ¿En qué puedes creer cuando has visto todo sin participar en nada? Intentos de pertenencia son inútiles ante el ojo insaciable de la sociedad. La locura la voy cultivando por condición, no por convicción. La desesperación me asalta sin piedad. No distingo el crepúsculo de la alborada. Amargo, hostil, desolado es el panorama.
Contemplo el ir y venir de la gente que se lanza en tropel al concierto social. Soy una estirpe que se va extinguiendo ante el fuego del momento. No me sorprende la desgracia pues me he acostumbrado a andar por la noche con todas las cómplices miradas y secretos del silencio. Aúllo hacia mis adentros el dolor que cargo en la garganta.
Envejecen la emoción y el espíritu cada día que transcurre sin novedad. La noticia es que no hay ninguna. A veces se ha aproximado algún aliento que se asoma en esta realidad sombría. Con un poco de atención siento que le amo. Ese soplo evoca fantasías y deseos variados. Sin mayor acercamiento que una coincidencia es tanta la carencia que me acurruco en la esperanza. Como un perrito meneo la cola, busco un reflejo de algo que me impulse a creer. Al cabo de un lapso todo se ha fugado: la chispa, la fuerza, la atención puesta en un breve instante.
Con el paso del tiempo te despojas de todo y comienzas a aceptar tu desgracia. Acabas creyendo en la oscuridad hasta abrazarla porque no hay mucho en qué creer. Las arrugas del alma son más pesadas que los rasgos del tiempo que se aferran al cuero. Lo sientes, lo percibes, porque se hace inevitable mostrar el dolor sin pena. Te vas convirtiendo en peste evitada a toda costa. Sabes que el sentido está perdido.
Emborracharse, sumergirse o arrojarse en dimensiones inhóspitas que ignoran los afanosos bríos del cuerpo ya me la traen muy floja. Deje de procurar “esos detalles” que marcan destinos. Puedo acabar en un sillón apoltronado, sucio, abandonado, o tal vez sucumbir derrotado, arremolinado en torno a una calle cualquiera sin que nadie reclame mi ausencia. Es mi naturaleza que me jala, me reclama.
Uno de estos días expiraré sin haber probado algo de cariño para alimentar aunque sea un poco esta voluntad resquebrajada. Viajo de la perdición al agujero sin escala y empatía. Soy vacío, soy carencia, soy soledad sin respuesta.