El siguiente cuento de Ángel Godínez nos hace reflexionar sobre nuestro propósito en la vida, que no es demasiado distinto al del resto de los animales: reproducirse, morir, ser parte de un ciclo más grande que cualquier individuo. El amor, la felicidad y la soledad son sólo inventos con los que adornamos nuestra existencia.
BREVE APOLOGÍA DEL CARACOL
Es invierno porque los caracoles se emancipan de sus conchas para aparearse o, en su defecto, para morir. Hay algo, un profundo llamamiento del interior, que los obliga a abandonar su seguridad e internarse en una realidad sin moral ni respeto por la existencia; limitados por los escasos sentidos de su especie y su nula capacidad de anticipar el peligro. Salen de sí mismos y recorren distancias extraordinarias para su doloso y lento deambular, se abren a una vida que no les habrá de retribuir nada, buscan algo parecido a ellos sin saber cómo es que son.
Muchos mueren congelados en los arbustos, en los jardines, dentro de las coladeras, debajo de los autos, engullidos por los gatos, abrazados por las heladas. Los afortunados terminan sus días en lugares aleatorios como sótanos, basureros y patios; cedidos al azar y tiritando lo último de su ser. A veces sólo quedan rastros de ellos, sombras deshidratadas; a veces no queda nada. Los desdichados logran su cometido: siguen certeramente un camino que ignoran, se hallan en un igual pero diferente. Deslizan sus azorados cuerpos siguiendo la voz de un miedo eterno, se despegan sabiendo más cerca el fin, se alejan sin certeza de nada a perderse entre su especie, habiendo cumplido con un cometido ancestral que no tiene sentido útil para su tiempo de vida.
Sabiendo esto, me reprocho profundamente cuando salgo tarde de casa, aún terminando de cobrar conciencia, e intempestivamente trituro un caracol con la suela del zapato. Privo a un ser medianamente vivo de la miseria o la fortuna que pueda lograr por sí mismo; y deseo, con todo mi azar, que la sombra tarde en secarse.
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Algunos grandes poetas mexicanos han escrito sobre la muerte. Si te interesa conocer sus obras, te recomendamos leer a Jaime Sabines y al joven escritor Gerardo Arana.