A continuación, te compartimos “Carta de la juventud a la vejez”, poema triste para todos aquellos que quieren envejecer llenos de magia, amor y claridad.
CARTA DE LA JUVENTUD A LA VEJEZ
Hoy mi piel está tan tenue y firme,
mi vista detalla cada fisura,
cada golondrina que rasga el cielo para dejarse atravesar por los rayos de luz
que desprenden pedazos de algodón.
Hoy la vida salta en mis venas
como ciervos que viajan entre los bosques indómitos,
como los recuerdos que se bifurcan entre violetas y romero,
como esas emociones que palpitan entre el pecho y el alma.
Hoy veo mis manos tan rozagantes y vivas
que siento las caricias y las espinas como el silbido de la brisa en primavera.
Cada luciérnaga con esplendor de estrella que cubre cada una de mis pupilas,
de mis noches incandescentes,
de mis días pulverizantes.
Hoy mi piel se encuentra con aquella que ha vivido miles de lunas y soles inclementes,
aquella que tiene tantos lunares como las estrellas,
aquella que parece rasgarse sólo con verla,
sólo con escucharla.
Hoy mi juventud se encuentra con aquella que será mi amiga,
con esa que a veces trae dolencias y tiempos de letargos tajantes e inquebrantables.
Hoy quiero decirte, amiga, que tarde o temprano te aguardo,
sólo espero que cuando te vea venir en el umbral al caer el invierno
me toques con tus manos cálidas y no con tus caricias inflamables.
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Postdata: Inspirada en mis abuelas, en quienes veo los matices de una vejez mágica.
Fotografía: Amadeo León, Colección fotográfica de Boconò, Venezuela
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