“Nunca volveré a hablar con Dios”, dijo la niña cuando supo que su padre había muerto. “¿Para qué es mi vida? ¿Qué voy a hacer con ella?”, escribió en uno de sus diarios esa misma niña años después, cuando era una estudiante. Al crecer, cuando la poesía se había convertido en su principal actividad, escribió para el mundo:
Monólogo a las 3 am
Mejor que se desgarre
cada fibra, que la ira fluya
desatada, la sangre empapando, vívida,
el sofá, la alfombra, el suelo,
mientras el calendario con forma de serpiente
me asegura que estás
a un millón de verdes condados de aquí;
mejor eso que quedarme aquí sentada, muda,
convulsionándome así bajo las espuelas de los astros,
con la mirada perdida, echando pestes,
maldiciendo todas y cada una de las veces
que nos despedimos, que los trenes partieron
arrancando a esta loca, estúpida magnánima
de su único reino.
Sylvia Plath es la autora de las lineas antes mencionadas. Se trata de una de las poetas más laureadas y admiradas de los Estados Unidos, en el largo recorrido literario de esa nación.
Su oscura vida se entiende con base en sus palabras, la mayoría de ellas provenientes del dolor y el sufrimiento que siempre atenazaron su alma. Padecía depresión, trastorno bipolar y sus tendencias autodestructivas fueron una sombra constante a lo largo de su vida. Además, el matrimonio que sostuvo con el también poeta Ted Hughes, la llevó a la cumbre y también la dejó caer al vacío. Plath forma parte de una lista de autores que escribieron sobre la muerte y después se quitaron la vida. Su poesía está sembrada en los terrenos del dolor.
Más allá de sus poemas, Plath también fue una prolífica autora de cartas, las cuales permanecieron escondidas durante muchos años. En ellas se revelan detalles acerca de su vida que nos dejan ver que la tragedia sobre la que escribió en su obra tiene su base en el sufrimiento en carne propia. Gracias a estos textos hoy se puede saber que Plath fue golpeada por su marido dos noches antes de que abortara a su segundo hijo en 1961. La poetisa cuenta esto en una carta fechada el 22 de septiembre de 1962.
Las cartas cubren el periodo entre el 18 de febrero de 1960 y el 4 de febrero de 1963, fechas en las que la poeta vivió en Inglaterra. Estas misivas fueron dirigidas a la Dra. Ruth Barnhouse, quien trató a Plath después de que ésta intentara suicidarse en agosto de 1953. Ambas habían desarrollado una entrañable amistad.
En julio de 1962, Plath descubrió que su marido sostenía una relación sentimental con Assia Wevill, amiga de ella. El hecho la marcaría para el resto de sus días y es el tema central de una de las cartas. Ella y Ted Hughes se conocieron en 1956 cuando los dos eran estudiantes en la Universidad de Cambridge. Ambos quedaron flechados con la personalidad del otro y formaron una de las parejas literarias más célebres en la historia de las letras. Se casaron tan sólo cuatro meses después de conocerse. Cuando Plath murió, Assia Wevill esperaba un hijo de Hughes.
Plath, por medio de la pluma, desnudaba totalmente su alma. Es una de las escritoras más transparentes que se puedan leer en la historia de la literatura. Pertenece a la corriente conocida como poesía confesional. Desde niña manifestó una clara vocación por las letras que la acompañó hasta el final de sus días. Hacía sangrar la pluma y provocaba las lágrimas en las páginas en blanco que llenaba con su poesía.
Una de las cartas más impactantes es la fechada el 21 de octubre de 1962, en la cual Plath le confiesa a la Dra. Ruth Barnhouse que Ted Hughes le dijo que deseaba que estuviera muerta. A lo largo de las décadas, tras la muerte de la poeta, diversos biógrafos, historiadores de la literatura y grupos feministas han culpado a Hughes de haber llevado a Plath a la muerte, más allá de los desequilibrios emocionales de la escritora.
Sus infidelidades y su comportamiento agresivo en contra de ella, harían que Plath caminara por la cuerda floja en los años en que estuvieron juntos. En algunas apariciones públicas del poeta, mujeres entre el público le gritaban “¡Asesino!”. La lápida de Plath llevaba la inscripción Sylvia Plath Hughes. El apellido de él fue removido por simpatizantes de la poeta.
Leer a Sylvia Plath es leer una obra poética que funcionó como catarsis para una mujer atrapada por su mente, un amor turbulento y el deseo de encontrar un equilibrio en su vida. Las cartas han sido motivo de celebración entre sus estudiosos más fieles, los cuales se deleitan por el hecho de que este material permite conocer facetas ocultas en la vida de la escritora nacida en Boston el 27 de octubre de 1962.
Sylvia llevó el desayuno en una bandeja a sus hijos, Frieda y Nick. Eran las primeras horas de la mañana del 11 de febrero de 1963. Después regresó a la cocina. Dedicó unos minutos a cubrir todos los orificios con toallas. Abrió la puerta del horno, encendió el gas y metió su cabeza en él. ¿Cuántos minutos habrán pasado cuando sus ojos se cerraron para siempre?
Morir
es un arte, como todo.
Yo lo hago excepcionalmente bien
Tan bien, que parece un infierno.
Tan bien, que parece de veras.
Supongo que cabría hablar de vocación.
Sylvia Plath pertenece a un lamentable grupo: el de los poetas suicidas, lamentable por la forma en que murieron, pero glorioso por las palabras que nos legaron. Se distinguió por ser una mujer siempre en la búsqueda de la perfección literaria a través del dolor. Sus letras siguen vivas en lo más profundo del corazón de la literatura.
Fuentes: Jot Down, The Guardian