Soledad es aquella que a un infiel pensamiento aguanta la satisfacción

Soledad es aquella que a un infiel pensamiento aguanta la satisfacción

Soledad es aquella que a un infiel pensamiento aguanta la satisfacción

Disfruta a continuación de un texto escrito por Marta Espiñeira Ramos.

Certeza incierta

A veces creamos infinitos lazos a los que nos agarramos fuertemente, en silencio. Creamos desde nuestra miseria tremenda recolecta de lo ajeno y lo convertimos en nuestra filosofía. Amamos, nos perdemos, quietos caemos en bucle de satisfacción de lo que la costumbre llama a lo cierto.

Incierto.

No hay más que lo que en sí mismo un corazón acalla cada triste agonía por cambiar lo imperceptible que a ojos bien abiertos no escapa. No engañes en… que las ganas propias se ahogan en mil criterios erróneos.

Soledad es aquella que a un infiel pensamiento aguanta la satisfacción de al menos estoy yo, al final de todo esto es lo que queda, es lo que creo. Soledad es aquella que como última instancia es la que queda en sí mismo y no es soledad la máxima pena sino el no saber llevarla cuando no tiene que estar tanto así como cuando se debe observar.

No hay peores ilusiones que las que saben no se cumplirán ni peor miedo que tener que luchar.

No se tienen en cuenta los lazos que desde la distancia de la persona sobre sí misma se ata profundamente y a martillazos de desalojo de la persona misma se corta, por lo sano. 

Que es sano o normal.

Todo aquello que un corazón camine en satisfecho de no frustración, en requerimiento de recordar y llorar, da igual si es de pena o alegría pero llorar pleno. Malo es aquello que no existe pero una vez existió para dirigir a borregos. Buenos es todo aquello que somos y por lo que luchamos. Otra vez.

Borregos todos aquellos que dejan de alzar una mano para ser fiel a sí mismos, para parar el irrefrenable desenfreno y acometer lo correcto. Borregos todos aquellos que no luchan mas allá del conformismo.

*

Las imágenes que acompañan al texto son propiedad de Luca Filippini.

***

Duele cuando el amor termina y lo único que esa persona nos otorga es su indiferencia:“Que me mate de una buena vez tu maldita indiferencia”.

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