La obra de Anne Sexton, en la cual se evidencia un afán desinteresado por indagar en los momentos de intimidad, desmitificados dulcemente por su verbo, se despoja de toda noción moral y se fortifica en su peculiar imaginación, habitada por el erotismo, el amor y los sentimientos encontrados, lo que la convierte en una obra profundamente confesional e íntima. Disfruta a continuación uno de sus poemas, traducido al castellano por Patricia Rivas.
Cigarros y whiski y una salvaje, salvaje mujer
Tal vez nací arrodillándome,
nací tosiendo en el largo invierno,
nací esperando un beso de piedad,
nací con una pasión por la actividad
y todavía, según progresan las cosas,
sigo aprendiendo rápidamente acerca de las limitaciones;
o a eliminarlas como la exhalación de un enema.
Por dos o tres, aprendí a no arrodillarme,
a no esperar enterrar fuegos subterráneos
donde nada, sino las muñecas, perfectas y terribles,
pueden susurrar o acostarse para morir.
Ahora que he escrito muchas palabras,
y abandonado tantos amores,
y siendo por entero para muchos de ellos,
lo que siempre he sido
—una mujer de excesos, celosa y codiciosa,
encuentro inútil esforzarme.
¿No me he mirado al espejo en estos días y visto
una rata borracha con los ojos desviados?
¿No he sentido un hambre tan feroz
que preferiría morir a encontrarme en su rostro?
Me hinco una vez más,
en caso de que la piedad quiera venir
en el momento critico.
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Las imágenes que acompañan al texto son propiedad de Paola Malloppo.
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