Nicolás Maquiavelo nació en Florencia el 3 de mayo de 1469 en el seno de una familia noble florentina, desde muy joven era un chico inquieto; recibió una rica educación humanística estudiando las obras clásicas y latinas a cargo del renombrado maestro Paolo da Ronciglione.
En 1498 fue nombrado Segundo Canciller de la República de Florencia, que se encargaba de los asuntos exteriores y de las operaciones militares de la ciudad. Un momento clave en su vida, ya que su experiencia diplomática fue decisiva en la formación de su pensamiento político, centrado en el funcionamiento del Estado.
De mirada suave, sonrisa reluciente y cara alargada, nos miramos; en sus ojos se ve un cierto brillo que evidencia interés y la mente increíble que se esconde detrás de ese gesto amable, inicio la plática con la pregunta infaltable.
—¿Cómo se caracteriza al príncipe perfecto?
—El príncipe debe ser virtuoso; debe entender la virtud como la fuerza y como la capacidad de lograr el fin propuesto; la principal preocupación de un príncipe es mantener el derecho de mando, y esto debe estar por encima de cualquier concepto de poder personal, lo que debe favorecerse es a su Estado.
Asimismo, Maquiavelo me dice con voz fuerte y mirándome al rostro, el Príncipe debe de prescindir de ciertas cosas que lo alejen del poder; no debe cuidarse de lo que se piense defectos, sino de aplicar sus cualidades para la estabilidad de su gobierno.
Maquiavelo me guía hacia la suerte de estudio que ha instalado en esta granja en las afueras de Florencia, donde se ha recuperado de la tortura recibida a manos de los Medici, cuando sospecharon que conspiraba en su contra; éste me pareció un momento ideal para preguntar lo siguiente:
—Para usted ¿qué es el poder?
—Muchos creen que el poder se deriva de la moral, quien es más bueno tiene el poder y quien tiene el poder lo mantendrá siempre y cuando sea bueno; este concepto de poder no es práctico, quien mantiene su autoridad sobre los demás es quien tiene el poder y la importancia de este poder define la actividad política, por eso es importante que los gobernantes sepan hacer uso de él.
Como puede verse, Maquiavelo cree en el poder, independientemente de las formas en que éste se obtenga y también en la necesidad de una fuerza militar para hacerlo valer; en el poder manifestado en la importancia de controlar a una ciudadanía preocupada sólo por los intereses individuales y que debe ser obligada a unificarse en la convivencia diaria.
Maquiavelo confía que los gobernantes del futuro sepan encontrar las enseñanzas presentes su obra, menciona que es así lo cree, aunque no está muy seguro que ocurra de esa manera.
—¿Es válido hacer uso de la crueldad?—le pregunto para terminar.
—La crueldad sólo funciona cuando es usada correctamente, si es necesaria para alcanzar el poder; y el golpe debe ser veloz, un mortal y certero. Aunque la gente se indignará al principio, no se atreverán a cuestionar tu autoridad y puedes ir reduciendo gradualmente la violencia —asevera.
Es momento de terminar la plática, Maquiavelo me encamina hasta la salida de su casa y me pide entusiasmado que vuelva con él algún día.
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