Quiero mucho y muy pronto. Digo que no, pero sí. Lo hago. Porque así soy. Estoy aprendiendo a vivir con eso, porque por más que quiera no me acostumbro. Quiero mucho y muy pronto, tal vez eso no sea un problema pero, lo es. Porque ellos no me quieren mucho y mucho menos pronto.
Uno me quiso mucho, otro muy pronto, pero ninguno me quiso como yo los quise a ellos. Porque ya les dije, quiero mucho y muy pronto, pero nunca de igual modo.
Hubo quienes me quisieron y yo no quise. No quise porque no supe cómo quererlos. Me arrepiento, a veces lo hago, me arrepiento de mí, no de ellos: de mi falta de interés, de mi sobra de egoísmo. Se fueron y no regresaron porque ellos sólo supieron quererme una vez. Y ahora que los pienso, lejanos, me doy cuenta que hicieron bien.
Hubo otros que yo sí quise. Quise mucho y a veces poco. Hubo uno al que quise en todo momento, otro que sólo quise en las noches. Otro más que quise para no estar sola. Nada más. Yo los quise a casi todos, a cada uno de ellos. No de la misma manera porque todos eran distintos. Los quise y quise quererlos siempre. A veces los recuerdo, hasta puedo decir que los extraño.
Luego estuvo él.
Al que acepté vez tras vez,
por amor, soledad, compañía.
Amor al fin de cuentas.
El que me hacía llorar, reír, dudar, llorar.
Querer desaparecer.
El que aventaba la piedra pero escondía la mano,
porque así somos, humanos.
Estuvo él.
El que regresa y se va.
El que me quiso a medias.
Ni mucho ni pronto.
Estuvo él.
El mismo al que hoy le prometo que esta es la última vez que yo lo quiero.
En serio se lo digo.
***
Te puede interesar:
¿Tú me extrañas o me estás olvidando? Por si acaso, hoy a olvidarte
Cuento de despedida para el amor de tu vida