Dos cuerpos que se encuentran y se fusionan en un sólo tacto:
Una noche fría
las ganas se encendían,
mi cuerpo hervía,
mis manos te perseguían.
Mi boca te entendía.
Nuestras lenguas se unían.
Ya no hay más poesía, el silencio se rompía.
Nuestra humanidad desaparecía.
De cerca, muy cerca. nuestros cuerpos comiéndose a besos,
salvajes amándose, así en medio de la noche, esfumándose mis dedos sobre ti.
Figuras homogéneas entregándose alma y furia.
Acto seguido el silencio se llenó de sonidos, de espasmos,
de jadeos, de vibraciones, de sombras, de colores, de millones de vertientes,
caricias que despiertan universos,
espíritus floreciendo en el milagro del éxtasis, estallando juntos.
Besándonos como si la vida se detuviera en ese instante,
floreciendo sobre ti, mi cuerpo enrojecido, deleitoso.
Tus manos sosteniéndome dócil, dichoso, colmado.
Cerrando los ojos nos entregamos en un abrazo
puro, que nos consuela y nos da la paz.
La paz precisa para esperar el siguiente encuentro.
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Las fotografías que acompañan al texto pertenecen a Phil Chester.