Amor de mi vida
A media tarde me envió un mensaje de texto, éste decía “Te quiero” a secas. Sin ningún motivo, quizás solo pensó en mí y quiso hacérmelo saber. Yo estaba acostada sobre su cama, observando el techo mientras sentía sobre mi piel las sabanas que cubrían su cuerpo cada noche, acariciaba el suave pelaje de su perro y apenas podía creer que estaba siendo parte de su vida. Sonreía mientras andaba por los pasillos de su departamento y miraba cada rincón, casi pensando donde podría colocar mis pertenencias, si es que nos mudábamos juntos. Aunque sonara tan apresurado en mi mente decía mi pretexto favorito para ser intensa: “Mis papás de casaron después de tres meses de ser novios y vaya que eran felices”.
Jamás había viajado tantos kilómetros, tomé un avión sólo para encontrarlo y decirle todo el amor que sentía por él. A pesar que habían pasado casi ocho años, mis sentimientos jamás disminuyeron aunque me rompió el corazón anteriormente jamás dudé de sus buenas intenciones, sus valores y su honestidad. Simplemente un día dijo: “Tenemos que vernos en persona para hablar de nosotros”, y pocos días después tenía los boletos para llegar a su encuentro.
Los momentos a su lado fueron pura felicidad, aunque podíamos no hacer mucho, para mí lo era todo, fue lo que siempre anhelé. Algunos días salíamos a pasear en su moto, otras veces paseábamos a su hermoso perro o simplemente íbamos a bañarnos al mar. Tomábamos cervezas algunas noches, nos reuníamos con sus amigos. Y lo que más recuerdo, una de los días más especiales brindamos con vino y quesos, entonces hablamos de temas variados, ya que no tenía el valor para abordar la conversación por la que estaba ahí esa que definiría todo nuestro porvenir, él también la evitaba. Pese a que él era dulce, cariñoso y muy atento. Algo me hizo sentir que la historia no tendría un final feliz, aunque evitaba a toda costa pensarlo. Porque con cada movimiento, cada gesto y cada palabra, afirmaba los motivos por los cuales lo amaba.
Pero llegó el momento. Me invitó a cenar, dimos un tour por bares y bailamos como locos. Inútilmente deseaba que esa noche fuera eterna e inútilmente olvidaba que mi vuelo de regreso era al día siguiente, de vuelta a la realidad, sin él y muy probablemente con un corazón destrozado. Terminamos frente al mar, su mano estaba sobre la mía, acariciándome con delicadeza, también mencionó lo hermosa que estaba.
Y yo estuve a punto de soltar un “te amo” que no podía permanecer oculto más tiempo, sin embargo él me interrumpió, dijo que no sabía por qué estaba ahí, que me quería mucho y valoraba mi amistad. Comenzó a hablar de aquella chica de su trabajo, aquella que amaba y era causante de su tristeza, un amor imposible como el mío por él.
Continuó por contarme a detalle su historial amoroso. ¿Y dónde estaba yo? Fui, soy y eternamente seré la amiga que siempre estuvo a su lado. Aunque fuimos novios, aunque estuvimos por casarnos. Aunque cada vez me tragaba el dolor y cada uno de mis sentimientos, todo por seguir en su vida aunque fuera como amiga.
*
Las imágenes que acompañan al texto son propiedad de Sergio Soutoux.
***
Si te das cuenta de que tu relación ya no es la misma que al principio, te recomendamos que leas “Un día estaba frente a tus ojos, pero ya no me veía en ellos”.