Me quedaría toda la noche pensando,
Navegando entre oscuras ideas,
Pretendiendo encontrar la bonanza
A este profundo mar de tristezas.
Mirando el resplandor de la luna,
La danza de las estrellas,
Sintiendo el olvido de tus labios,
el olvido de tu rostro.
Trato de encontrarte sin tener respuestas,
Mientras el silencio de la noche me envuelve,
Cuando mis más profundos delirios lloran impotentes,
Y en medio de todo esta conmoción, grito tu nombre.
Tengo la esperanza que cuando amanezca,
Estarás presente dispuesta a mostrarme el sol,
A llevarme por el sendero de las rosas,
Aquellas que no se marchitan con el paso del invierno.
Recuérdame el nombre de la vida,
Sedúceme, llévame por los caminos de tus caricias,
por los versos de la memoria,
y el amor de tus entrañas.
Quememos el tiempo, que vuele a destiempo,
No permitamos que nuestro encuentro sea volátil,
Dame ese beso que tan profundamente anhelo,
Que tan egoístamente deseo.
Suenan las campanas de la medianoche,
la luna ha huido -y con ella- las estrellas,
Mis ojos se desatan en caos,
Porque todo ha sido un sueño.
La noche ha conseguido ultrajarme,
Atacándome desde mis recuerdos,
Matando mis memorias, y fracturando esperanzas,
Perdidas todas en el tiempo.