Desde el primer día supe que sería un engaño pensar que dejaría todo este amor a un lado;
cada noche es mi ejemplo más claro, una lección irreprochable de lo que es amar a alguien realmente y vivirlo aunque no se encuentre cerca de ti,
o vivir de su recuerdo y su idea.
Pero no siempre el dolor se siente como si se tratara de una pérdida tangible, llega un punto donde la resignación termina y, por ende, la aceptación comienza.
Lo que vivo ahora es más dulce de lo que esperaba,
al verte cerca y notar tu felicidad no me puedo sentir más que satisfecho, y ahora… saber que te veré de nuevo, presiento que es lo que me hacía falta y lo único que esperaba desde aquél día que creí que tal vez no te vería más, para mi explicación.
Puede que suene absurdo, pero ahora no ansío otra cosa más que verte.
Esa sin duda es una de las partes que entendí desde que nos separamos, la parte de mí que niego porque la considero mi mayor debilidad es el amor tan grande que puedo tener… que te puedo tener, pero de lo que no me di cuenta es que no se trata de una debilidad sino más bien una fortaleza:
lo que me ha llevado a hacer, a crear mis mejores ideas y momentos, lo que me hace sentir completo, lo que le da la mayor revolución y sentido a mi existencia…
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