“Evidentemente, la vida es sólo un continuo proceso de deterioro”.
F. Scott Fitzgerald
Contraponiendo a la utopía del amor perfecto, a principios de los años veinte inició una historia tan ardiente como desoladora. Una adictiva destrucción que entre frivolidades y excentricidades se convertiría en retrato de uno de los más desgarradores amores de la época. Dos almas libres, amantes del arte y la literatura, que iniciaron su aventura en 1918. Francis Scott Fitzgerald era aún un joven de clase media, nacido en Minessota, cuando conoció a Zelda Zayre una joven sureña de la clase alta.
Bajo las luces de los felices años veinte, Fitzgerald y Zayre formalizaron su amor al casarse el 3 de abril de 1920 en la capital del sueño americano: Nueva York. Acompañados del dulce sabor del amor, llegaron los éxitos para el joven escritor, quien en la misma época lanzó su primera novela A este lado del paraíso, un texto que a los tres días agotó en tiendas, trayendo fortuna y desatando la locura de amor.
Como menciona Fitzgerald en una de las cartas enviadas a su amor, eran muy jóvenes y muy irresponsables y pronto el encanto de los excesos y frivolidades que representaban a los años del charleston y las flappers envolvieron a la pareja.
Nueva York se volvió el escenario perfecto para el divertido y excéntrico duo, las fiestas privadas, los enfrentamientos con la policía, entre otras locuras, no dejaban de aparecer en los periódicos, convirtiéndolos en dignos representantes de la época en la que nació su amor.
Tal como lo escribió Fitzgerald en una de sus biografías publicadas “[…]como si de una novela se tratase, en la que los protagonistas fuesen modelo y retrato al mismo tiempo, fruto de su propia invención”.
Poco tardaron en decidir mudar su insustancial rutina a Europa, donde la concepción de su primera hija, en 1921, Frances Scott Fitzgerald, el excesivo gasto de dinero y la montaña rusa que representaba a su relación, transformaron al amor y la diversión en peleas y arrepentimientos.
Es entonces que Scott escribe “Supe que había pasado algo que nunca podría repararse”. Zayre, la mujer que había sido su acompañante en la locura, lo había engañando con el aviador francés Edouard Jozan.
A pesar del éxito que el escritor obtenía por su famosa novela El Gran Gatsby, publicada en 1925, ambos amantes de la literatura, desearon impregnar su alma y fatídica historia de amor en textos inspirados en sus vidas. Scott con la novela Suave es la noche y Zelda con Resérvame el vals.
El amor que un día se incendiaba con las llamas de la pasión ya se había consumido. Con la crisis mundial y los problemas de salud y alcoholismo, ya no quedaba nada más por salvar. La historia de amor había terminado.
El escritor, tratando de escapar de la bebida, vivió sus últimos años en Hollywood escribiendo películas que nunca fueron producidas. Murió en 1940 a causa de un ataque al corazón. Mientras que Zelda, diagnosticada con esquizofrenia, fue internada en un manicomio donde pasó los últimos días de su vida escribiendo cartas al destructivo amor que tuvo con Fitzgerald, hasta que en 1948 perdió la vida en un incendio dentro del hospital donde se encontraba internada.
Hoy podemos escuchar historias de este catastrófico amor a través de las voces de sus protagonistas en el libro Querido Scott, querida Zelda. Las cartas de amor entre Zelda y F. Scott Fitzgerald, publicado en 2003 y cuenta con todas las cartas enviadas entre los amantes, desde su noviazgo hasta su muerte.