Avelina Lésper no es la primera crítica que arremete injustamente en contra de los artistas de su tiempo. Cada generación tiene una figura de autoridad autoproclamada que se encarga de seleccionar lo que es y no es arte; sin embargo, ni siquiera ellos pueden vencer el lapidario juicio del tiempo. Sólo él decide el futuro de la creación artística, sin importar lo que los conocedores de la época opinen acerca de un trabajo, hasta el cuadro más desconcertante puede convertirse, al pasar de los años, en las creación más importante de su generación.
Pintores tan reconocidos como Van Gogh tuvieron que sucumbir ante el rechazo de sus contemporáneos, mismos que consideraban que su técnica, por ser “demasiado novedosa”, no tendría ningún futuro en la historia del arte. Está demás decir qué es lo que ocurrió después, el renombre del autor habla por sí solo.
También es cierto que muchas otras personas terminan olvidadas, no obstante, los siguientes creadores fueron en contra de todo pronóstico y se aseguraron un lugar en la sensibilidad artística del mundo.
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“Nighthawks” (1942)
Edward Hopper
Si bien hoy es considerada una de las pinturas representativas del arte estadounidense, al momento de su creación no fue otra cosa que un gran acertijo. Muchos críticos atribuyeron la composición al apego que Hopper sentía por el cine, aunque otros le otorgaron un concepto que hacía referencia a una visión de la vida moderna en donde la ciudad devora a todas las personas que habitan en ella, impidiendo que éstas puedan ser libres. Aunque Hopper negó ambas versiones, dijo que «De manera inconsciente, probablemente, estaba pintando la soledad de una gran ciudad».
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“La joven de la perla” (1665-1667)
Johannes Vermeer
Debido a que pintar la vida cotidiana durante el siglo XVI era considerado una actividad de artistas con poco prestigio, el número de detractores que ganó Vermeer se multiplicó increíblemente a medida que sus obras se hacían públicas. No fue sino hasta pasados algunos siglos que su trabajo fue reconocido por su perfecto manejo de la luz; hoy es considerado uno de los mejores pintores holandeses de todos los tiempos.
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“Arearea” (1892)
Paul Gauguin
También conocida como “el perro rojo”, fue una de las obras que recibió más burlas por parte del público en 1879. Al regresar de su estancia en Tahití, el pintor decidió gestionar sus propias exposiciones, lo que algunas personas consideraron como un error, pues se tuvo que enfrentar a las risas y al sobajamiento de los aristócratas que esperaban ver algo “más sofisticado” y no cuadros donde se experimentase con colores brillantes.
“American Gothic” (1930)
Grant Wood
A pesar de que el mismo autor aseguraba que su pintura retrataba la realidad de los treinta, muchas personas dijeron que todo era una mentira, que Wood se había burlado de los pueblos rurales y que su trabajo sólo pretendía ofender. Ambos personajes no son otra cosa que la representación de los valores tradicionales de la sociedad norteamericana y los modelos fueron su dentista y su hermana.
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“Christina’s World” (1948)
Andrew Wyeth
No es una novedad decir que la obra de Wyeth ha sido considerada, incluso por críticos de nuestra época, como un compilado de imágenes para almanaque. Al igual que Wood, las escenas rurales de este pintor eran verdaderamente tomadas de un contexto estadounidense que, aunque no fuese así para el resto de la población, representaba una forma de ver y pensar al mundo según la perspectiva de cada artista.
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“Impresión de sol naciente” (1872)
Claude Monet
Acostumbrados a que todo estuviese hecho con bordes y sombras bien definidos, quienes se encargaban de evaluar el arte de las galerías consideraron que esta pintura era un completo desastre debido a las pinceladas que lo conformaban, todas ellas distribuidas de una manera tan libre que daban la impresión de que el cuadro había sido pintado de una sentada. Hoy Monet es considerado el padre indiscutible del impresionismo gracias a este cuadro.
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“Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte” (1884-1886)
Georges Pierre Seurat
El hermetismo de los críticos siempre es el culpable de que muchos autores no sean bien aceptados cuando presentan sus obras, llevados por su necesidad de transgresión los pintores como Seurat se dieron a la tarea de innovar tanto formal como técnicamente siempre cuidando el uso de los colores.
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Sólo el tiempo es capaz de decidir qué es lo que muere o lo que trasciende, es un a decisión que está fuera de todo criterio humano. Aunque no seamos capaces de verla, la belleza está donde menos lo imaginamos esperando a que alguien la descubra para poder quedarse grabada en la historia del mundo.
