Ojalá que nadie te mire como yo lo hacía, que no encuentre en tus ojos
ese infierno en donde me gustaba arder, que no observe tu caminar o tu
mirada de frente; que no mire fijamente tus labios porque cada rendija
es una forma más de inmiscuirse en una muerte desalineada, una
muerte dulce de deseo.
Ojalá que nadie nunca encuentre tu figura
recostada sobre sí, porque no sabrá cómo es la manera en que debe
acoplarse a tu cuerpo; que sus manos no recorran tu piel si no saben
hacerlo; que no descubra la candidez que se esconde en tu sonrisa
aunque parezcas una mujer de hielo, que al caminar de tu mano se quede
mejor atrapado en otro tiempo porque no sabrán apreciar lo terso de
tus palmas, o los caminos que se forman entre tus dedos.
Ojalá… que
nadie se dé cuenta cuando estés desnuda porque, después de ello, ya no
habrá regreso; al igual que yo, se perderán incesantemente en tus
formas, en tus manías, en tus miedos y no es que sea terrible perderse,
es que no creo que sepan ni estén dispuestos a atesorar todo eso como
yo lo hacía, como aún lo hago…
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Desenlace
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Las fotografías pertenecen a la artista Evelyn Bencicova