Pronunciar tres veces frente al espejo el nombre de esa persona con la intención de que vuelva, como si se tratara de un rezo:
Di mi nombre
mientras las manos cruzan.
De mi nombre
mientras los cuerpos golpean.
Tiembla ante mis manos,
juega con nuestros cuerpos,
de tu baraja saca el as.
Di mi nombre
cuando los dedos tocan.
Di mi nombre
cuando las sensaciones llegan.
Hazme tuyo por completo,
conecta tu mente al juego,
que nuestro amor correcto
nos embriague con su jugo.
Di mi nombre
para saber que piensas sólo en mí.
Di mi nombre
para desatar la sensación sobre ti.
Di mi nombre
al recordar nuestras tardes.
Di mi nombre
enterneciéndome de tus pensares.
Di mi nombre
cuando me necesites.
Di mi nombre
cada vez que desees.
Lee mi nombre siempre,
como el invierno que regresa,
como el dulce amor que espera
con aroma a esperanza.
Di mi nombre y no me olvides.
Di mi nombre para que disfrutes.
Di mi nombre para protegerte.
Di mi nombre para sólo amarte.
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Duele cuando el amor termina y lo único que esa persona nos otorga es su indiferencia: “Que me mate de una buena vez tu maldita indiferencia”.
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Las fotografías que acompañan al texto pertenecen a Clair Voyant.