Hoy, recordamos uno de los momentos más icónicos que involucró al gran músico, así como a un grande de la literatura latinoamericana: Gabriel García Márquez.
Celso Piña se caracterizó por traer su frescura y ritmo de la mano de sus cumbias, colaborando con todo tipo de artistas e influyendo de una forma definitiva en la creación musical de la región y el mundo entero.
Su impacto en la música y en los círculos artísticos de la región, en particular el literario se consagró en el momento en el que “Gabo” bailó al ritmo de su música, y es que Celso Piña siempre se declaró como un gran fan y seguidor de la literatura del colombiano.
«Yo leí Cien años de soledad en 1992, de hecho me enseñé a leer con él, me impactó porque me empezó a entrar el gusto por la lectura y la literatura. Fue tan importante para mí que me marcó como cuando escuché el primer disco de música colombiana, del maestro Ismael Landero, que en paz descanse». Habría de declarar Piña tras la muerte de García Márquez. Proceso.
La obra cumbre de Gabo, Cien años de soledad, habría de inspirar una composición que lleva por nombre el sitio principal de la novela: Macondo. Dicha composición originalmente fue realizada por Daniel Camino Díaz y muchos años después, Celso Piña haría su propia versión con su grupo Ronda Bogotá.
Dicha canción no sería la única que la literatura de García Márquez inspiraría —y que bailaría—, el literato también inspiraría a Celso con su novela Crónica de una muerte anunciada, la canción llevaría el mismo nombre.
Gabo bailaría Macondo, Crónica de una muerte anunciada y la Cumbia Sampoesana, según el testimonio de Piña en una entrevista con Proceso. Además, ambos artistas, llevarían una relación amigable aunque distante —pues no coincidían—.
Foto en portada: Milenio
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