La joven autora Mari expone en este breve texto en prosa una especie de manifiesto, como si se tratara de una confesión o un desahogo literario, que conjuga certezas en torno del desamor a modo de experiencia personal e íntima. En sus palabras hila una narrativa confeccionada con recuerdos, imágenes de la soledad y el desasosiego.
Al fin
El amor tiene dos caras: en la primera llega a su fin, en la segunda nunca muere, pero hay un obstáculo que no podemos evitar, ¿el amor en verdad no muere? Siempre me pregunto eso, día a día, pensamiento tras pensamiento me voy dando cuenta de que realmente cambia, muere, se va, pero así como hubo un obstáculo que nos impidió seguir, así se van poniendo obstáculos en el corazón, que confunden a la razón, y que dicen que todo acaba, el amor se va penando, porque no estoy contigo, se va perdiendo porque ya no te veo más, y aunque hablemos rara vez, no es lo mismo, al contrario eso va haciendo verte desde otra perspectiva, donde ya no puedo sentir lo que sentía cuando te tenía.
Da miedo darse cuenta de cómo todo acaba, cómo el amor se va esfumando, todo por la necedad de no sentirse completo, quien dijo que debíamos estar completos para poder amar, el amor también debe darte forma, debe construirte, debe ayudarte a ser mejor, pero tú no lo entendiste así, ahora que te vi, con tu caminar raro, me acorde de ti, de lo que fuiste, de lo mucho que me importaste, de lo mucho que me amaste… pero ya no será así, jamás… todo ha terminado, o al menos se está esfumando.
Te voy a extrañar, porque has dejado en mí una huella importante, porque todo lo bueno que aprendí, lo aprendí de ti, por todos esos recuerdos maravillosos, y qué mejor que dejarlo así, con recuerdos increíbles que no se van a volver a repetir. Te amé, te amé con todas mis fuerzas, con toda mi alma, con todo mi corazón, desgraciadamente… todo acaba.
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Las imágenes que acompañan al texto son propiedad de Toby Harvard.
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