Todo empezó cuando George Jessel habló en The Jazz Singer. El cine mudo dijo adiós para darle la bienvenida a un nuevo género: El musical. Ahora, los personajes de los largometrajes no sólo gesticulaban, sino, además, hablaban, cantaban e, incluso, bailaban al ritmo de la música. La inclusión del sonido a las películas se dio gracias a Vitaphone: compañía dedicada al sonido de las cintas; el sistema que usaba esta empresa era grabar el video y el sonido por separado, para, después, sincronizarlos en la proyección del film. El cine sonoro antecedió a este género; sin embargo, no lograban sincronizar adecuadamente el sonido con la imagen, eso sucedió hasta 1900.
El cine negro por fin tuvo un rival en la cinematografía, pues la implementación del sonido en el cine musical encantaba a más de uno. El mundo de la pantalla grande se enfocó en desarrollar el sonido dentro de sus creaciones, a tal grado que se volvió indispensable; así fue como el cine negro, de hechos delictivos y gangsters, tuvo que incluir las bandas sonoras, siendo el jazz el más utilizado.

En 1930 el género musical fue reconocido por la Academia con un Oscar para la cinta La melodía de Broadway, pero fue Busby Berkeley quien, apenas iniciado el género, lo separó de alguna forma del teatro, pues lo desarrolló hábilmente logrando integrar un nuevo lenguaje cinematográfico, por lo que se le llegó a considerar el padre del musical.
Para 1950 el género estaba, junto con las películas de drama y western, entre los preferidos por el público. Las creaciones mejoraron con el paso del tiempo, pues aparecieron personajes como: Elvis Presley, Frank Sinatra y Grace Kelly. Así fue como surgieron Cantando bajo la lluvia y Un americano en París.
El público cada vez necesitaba más: las simples instalaciones ya no bastaban, querían espectaculares y lujosas representaciones, a tal grado que en 1970 el género dejó de producirse; dejaron de financiarse este tipo de proyectos debido al costo implementado. Actualmente se han creado diversos largometrajes musicales como Moulin Rouge, pensado no para una representación teatral, sino para la pantalla grande. En pocas palabras: el musical llegó para quedarse.