¿Las personas se conocen en el momento exacto o también el destino comete equivocaciones?.. Cuestionamientos que flotan en el mundo de los pensamientos o simplemente reposan en “manos del destino” por la carencia de argumentos que pudieran alienar una posible respuesta.
Pensar que el camino de todo ser humano está trazado desde el momento en el que es procreado, es una creencia que dentro de los límites racionales carece de argumento alguno, pero se torna atractivo al florecer en lo místico.
A través de los siglos, la antigua cultura japonesa contempla la idea de que el futuro de cada una de las personas está predestinado desde el momento en que inicia su camino. Explicación que toma fuerza con el dogma de que todo ser humano está atado al destino de alguien más por medio de un intangible hilo color rojo que se encuentra amarrado al dedo meñique.
Durante el periodo de 1603 a 1867, algunas mujeres japoneses se amputaban el dedo meñique para demostrar el amor a sus maridos; acción que era un símbolo a la lealtad, obediencia y respeto.
El simple hecho de pensar estar unido a una persona por medio de un hilo, es una cuestión difícil de aterrizar. Se tiene consciencia de que, en ocasiones, se crean universos imaginarios con la intención de que sean refugios ante la realidad, pero asimilar que el camino de toda persona está determinado, es una idea que no sólo aterra sino complica más la existencia del proverbio “Deja que todo fluya”.
Según la leyenda japonesa, el hilo del destino nace con la arteria ulnar, (arteria ulnaris), la cual conecta al corazón y ésta, a su vez, hace un recorrido que va desde el centro del pliegue del codo hasta el borde interno del brazo y la palma para concluir en el dedo meñique.
Al revelar tal hallazgo científico, los habitantes del antiguo Japón comenzaron a relacionar el destino con el sentimiento más efervescente y aterrador: el amor. Teoría que basa su difusión en que los hilos rojos son la representación de los caminos del destino, los cuales se conectan directamente al corazón. Determinación que asegura: el hilo puede enredarse o trenzarse, pero jamás romperse.
El hilo rojo del destino simboliza el interés compartido y la unión de los sentimientos. No importa el tiempo, el lugar o la circunstancia, por más que se pretenda escapar del camino, el camino ya está escrito.