La sensación de no avanzar por mucho que nos esforcemos es algo que todos hemos sentido en diferentes momentos de nuestra vida: en lo profesional cuando creemos que no reconocen todo el empeño que hemos puesto en un proyecto, en la familia cuando nos reclaman por hacer determinadas cosas que no convergen con la forma en que ven la vida ellos, en las relaciones amorosas cuando por más atención, intención y cariño que pongas las cosas no resultan con la persona que tanto queremos, parecería que hemos sido maldecidos y que nunca lograremos lo que anhelamos. Así como Sísifo en la mitología griega.
Lo que nos interesa en el momento no es la vida completa de Sísifo sino lo que ocurre luego de su muerte para poder asemejarlo con la labor humana; por revelar los secretos de los dioses, éstos le imponen un castigo doloroso a Sísifo: levantar en el infierno una roca hasta la cima de una colina, intentar pasarla al otro lado y hacerla rodar pero cuando ella está en el tope -justo antes de lograr su objetivo- cae cuesta abajo y su labor es volver a bajar la colina y subir la piedra eternamente sin lograr su cometido.
¿Qué semejanza tiene esto con la vida humana? Nacemos, por un tiempo no tenemos tantas preocupaciones ya que no tenemos que hacernos cargo de nuestros asuntos. La comida, la vestimenta y la casa nos lo proporciona -a la mayoría- nuestros padres. Pero llega un momento en el que todo está en contra nuestra y el mundo se hace aterrador. Las necesidades humanas -comer, dormir, sexo- llegan con la adultez y no podemos evitarlas, nunca controlaremos nuestro propio cuerpo, él es el gobierno que nos oprime. Toda la vida la gastamos para complacerlo. Ni la mente es nuestra, en muchas ocasiones nos traiciona.
Un trabajador común labora durante ocho horas, esto supone que le quedan 16 para disfrutar la vida, pero es una farsa: gasta ocho, aproximadamente, durmiendo, otras tres comiendo, se tiene que desplazar, arreglar los asuntos de sus hijos, pareja, familia. A una persona solo le quedan una o dos horas, pero luego de tanto problema, lo mejor es no pensar en nada.
En eso consistió el castigo de Sísifo: nuestra piedra son las necesidades y cuando ellas están completadas en una sesión (diaria), se desmoronan y tenemos que retomarlas. Cuando bajamos estamos libres de ellas, pero cansados.
Albert Camus en su ensayo “El mito de Sísifo” trata algo similar y al final de le da una esperanza al hombre absurdo porque supuestamente él conoce su destino y al saberlo lo controla, burlándose de los dioses y consiguiendo su cometido. Por otra parte Sísifo como el hombre mismo no controla su destino: a él lo condiciona un dios y a nosotros las necesidades y muchas otras cosas.
En lo que concuerdo totalmente con Camus, es en el hecho de que esa tragedia tiene su fundamento en la conciencia. Cuando un hombre sabe su desdicha, esta se vuelve tangible, pero si pasa su vida sin reflexionar en ello, le parecerá normal. La pregunta es, ¿será mejor la ignorancia y una falsa esperanza?
Es importante pensar que aquellas situaciones que parecen un tormento pueden generar grandes enseñanzas y retos, depende de cada uno de nosotros -que no hemos sido maldecidos por dioses griegos- tomar la decisión y acción para que nuestra roca pase al otro lado de la colina y poder seguir adelante, porque seguramente habrá una nueva por subir.
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