Texto escrito por Gustavo Torres C.
Tal vez no eres más que una bella historia que en cualquier momento pudo terminar mal; pero he visto a distancia la vida del resto del mundo y hemos cargado las mismas rocas en la maleta gris que no soltamos.
Así que dime, ¿qué te hace diferente?
Porque sí, diste un paso al frente, como todos. Pero el mío no fue lo suficientemente firme y el tuyo terminó sobre arena mojada. Le diste forma a tu caminar, pero no te sostiene, no lo ha hecho.
Porque te dieron todo y yo me lo he conseguido, pero siempre estuvo a mi alcance; aún no encuentro el río que divide tu árbol con frutos inalcanzables de mis arbustos llenos de veneno.
Luego te topas con la realidad, la misma realidad cruda y frívola que ha criado décadas de historia y nos ha hecho lo que somos hasta hace unos días. Una realidad que quiso jugar contigo y que yo aprendí a dominar sólo en las sombras.
Tú diste la cara, sola, bajo la luz del medio día y guardaste el suéter descosido que jamás te habías quitado por miedo a que volviera a hacer frío, y lo guardaste en el cajón que nunca volviste a abrir. No volviste a ver las manchas que albergaba el estambre entrelazado.
Y yo sigo al otro lado de la vida, en la salida de la ciudad sin gobierno, jugando a condenar lo que no he hecho por mí y conservar lo que moralmente me pertenece mientras que, al caer la noche en los ojos de mi vecindario, muerdo el mismo hueso que escondí la madrugada anterior, como todas las noches desde que lo encontré.
Y salgo a la calle a dominar el mundo, antes de que éste intente subir a mi espalda, cayéndome en cada esquina y regresando en la mañana con los golpes bajo la ropa.
Pero los rayos del sol siempre te dieron de frente y la luz te llenó, aun así, y yo lo entregué todo cada noche de prueba, pero no daba la cara con el mismo coraje al día siguiente, y faltaba algo que no podía dar porque no conocía todavía.
Dejaste que esa luz te iluminara, aunque las piedras en el suelo marcaban las plantas de tus pies, pero no dejas de caminar y yo no he dejado de luchar contra el mundo que voy dejando atrás con cada paso hacia adelante, y camino la misma distancia, frente a ti, sentidos que tienen que converger tarde o temprano.
Ya no puedo seguir avanzando solo de noche, pero es de día cuando no continúo mi andar.
Hoy no es por miedo, no es por falta de voluntad. Es que estás en medio del camino, es que a partir de ahora tu historia ya no puede terminar mal.
No te apartes del medio, sigue bloqueando el paso porque te has vuelto el motivo para no regresar a la oscuridad, para quedarme vivo y de pie a plena luz del día, y ahora veo lo que no habría reconocido.
No tengo tiempo de recorrer el mundo, no este día, pero sé que lo conozco porque te he mirado a la cara, porque tus ojos me han mostrado lo que me falta de camino.
Y tú, que sigues descalza, deja que te cargue, que probablemente voy buscando el mismo destino, pero ambos debíamos cambiar el rumbo, girar, cambiar, soltar, amar, caminar juntos en la misma dirección.
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Cuando hemos encontrado a la persona ideal para mar, a veces queremos decirle: “si te encuentro en esta vida o en otra te gritaré lo que siento para que pueda dormir tranquila”.