El texto que se comparte a continuación fue escrito por el joven poeta Orlando Leoni, quien indaga en los intrincados resquicios de la realidad para extraer, con pulso y una mirada alterna, esos destellos de literalidad, que empuña como recursos y símbolos para plasmar su imaginario.
Ella era mil estrellas
La encontraba en mis sueños
vagando por calles desiertas
con su sonrisa intacta
sus manos diminutas
su fragua oculta de besos
su estela larga de caricias
y su polizón de flores.
Solía encontrarla justo en la esquina
brillando como un lunar de diamante en la piel de la noche
entonces había pan y leche
y los ríos se desbordaron a sus pies
sucesos tras sucesos, en el confín de su cuerpo
En cada parte la veía mirar de reojo
detener el tiempo y controlar la marea de sus amores marchitos
podía encontrarla cada mañana en el suspiro de las horas
en el claro espejo marino de una taza de té.
Ella era mil estrellas
guindadas del techo voraz
florecía en cada rincón como una postal del deseo
caminaba entre praderas, contando los pasos del baile
cayendo en reversa, leyendo las noticias, comiendo sin pronunciar nada
pero diciéndolo todo con su mirada.
La encontraba en el ámbar
la encontraba en el éter
podía incluso encontrarla de espaldas
diciéndome adiós o buenos días
explorando la miseria de su ausencia
indiferente ante el mundo que ella misma hacía girar.
Pero lo mejor, la más clara epifanía, era encontrarla finalmente
en el camino que transitaba en el presente que es pasado.
*
Las imágenes que acompañan al texto pertenecen a Lou Noble.
Puedes apreciar más de su trabajo fotográfico aquí.
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