A continuación un poema de Otto Valbuena, quien se ha empeñado en revisar el papel de sus emociones en su escritura, como un ejercicio —y un oficio— por la palabra como sustento intangible de lo visceral.
En cada rincón
En cada rincón de esta morada
se acostumbra el silencio
porque tu ausencia es una presencia
y tu rastro comulga en mi estancia.
Te consigo cuando no te busco
y eludes el olvido con tu fragancia ajena
modesto el tiempo y sublime el espacio
que integran un designio
un gesto, una cama errante sin amantes.
¿Dónde te esperaré en silencio?
¿Dónde me sorprenderás con tu rosal en carne viva?
Para eso animo mis pasos
y peregrino recorro la casa
mientras te consigo
pero no te busco.
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Las imágenes que acompañan al texto son propiedad de Maryna Yazbeck.
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