Si confesara tu nombre tendría que huir
Junto a las olas del mar de la oscuridad,
Porque mi amor por ti supera el límite racional de todo,
Incluso de lo ilícitamente imaginable.
Te confieso que mis versos quedan cortos
Cuando me detengo a apreciarte en tu mirada,
Al igual que mis rimas mueren vacías
Cuando intento recorrer el borde de tus labios.
El verde esmeralda de tus ojos me cautiva,
Mientras la paz de tu voz me conforta.
La silueta de tu ser que se dibuja en el cielo,
Es la más preciada noche de toda mi eternidad.
Si me arriesgara a tocar tu rostro
Te encontrarías con mi inocencia,
Si me permitieras imaginar tus labios,
Sabrías de lo puro y sincero que siento.
Confía en que no trato de engañarte
Al decirte que por las noches me desvelo
Naufragando en ideas y sensaciones,
Mientras mis rimas y versos se pierden.
Amada armonía de las notas eternas
Que seduces a mis versos por la noches,
Que excitas a mis palabras en el día,
No te ocultes tras el misterio de un recuerdo.
Ven y escúchame en la melodía de las aves
Que cantan acordes de amor para ti,
Aquellas canciones que por nombre llevan
La deseosa poesía de mi alma.
Te confieso que en la noche quiero ser uno contigo,
Caer rendido ante la luz de tu mirada,
Perderme en el laberinto de un abrazo tuyo,
Mientras nuestros cuerpos se encuentran y divagan.
Atrevidas y pretenciosas todas mis palabras
Que buscan cabida en tu inocente corazón,
Anhelando que una pequeña sonata sea dibujada por tu voz,
Y que no sea el triste silencio nuestro adiós.
Te confieso amada mía
Que eres la autora de mi poesía,
Aquella que compongo todas las noches
Entre voces y un profundo silencio.
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Las imágenes que acompañan el texto pertenecen a la artista Julie de Waroquier, para conocer más acerca de su trabajo te invitamos a conocer su página oficial.