Para quien se hace llamar escritor y vive de las letras, es decir, del arte de juntar palabras hasta formar un texto con estética y un discurso capaz de conmover o alterar los sentimientos del lector, existe un crimen (casi) peor que el asesinato: el plagio. Esta palabra se refiere al robo o copia deliberada de otra obra literaria para hacerla pasar como propia.
Cualquier buen escritor que se precie de serlo no necesita del plagio para publicar una obra de alta calidad. Sólo aquellos que no temen ser descubiertos o que carecen de las ideas adecuadas para plasmar un concepto propio serían capaces de cometer un delito que los exhibiría como mentirosos a ojos de los demás.
Sin embargo, existen sospechas de ello en casi todas las artes y en la literatura en el caso particular de este texto. Historias como la del autor peruano Alfredo Bryce Echenique, acusado de plagio en 2008 y quien se defendió diciendo que sólo había hecho un halago de los textos que copió, se volvieron famosas y trascendieron para dejar en claro que incluso los mejores se ven tentados a cometer el peor delito literario que todo escritor puede perpetrar.
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Alex Haley
Nacido en los Estados Unidos pero con sangre africana en sus venas, este autor escribió Raíces, una novela de gran extensión donde narra la vida de varias familias africanas llegadas a Norteamérica. El libro fue un éxito y le valió gran reconocimiento a su autor. Cuando la novela fue llevada a la pantalla chica como una miniserie, Haley recibió acusaciones de plagio del escritor Harold Courlander, argumentando que Raíces era sumamente parecida a su libro El africano. Nunca pudo comprobarse nada.
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Alfredo Bryce Echenique
Para complementar lo dicho en las primeras líneas de este texto, el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual peruano sancionó con más de 57 mil dólares al autor al descubrir que había plagiado 16 artículos periodísticos de distintos diarios y revistas importantes. Bryce Echenique, autor de grandes novelas como Un mundo para Julius, también mencionó conspiraciones gubernamentales en su contra además de supuestos errores atribuibles a su secretaria.
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Camilo José Cela
La cruz de San Andrés es una novela del ya fallecido escritor español con la que ganó el Premio Planeta en 1994. Sin embargo, su victoria quedó empañada por la sospecha de plagio de parte de la escritora Carmen Formoso, quien mencionó que la novela de su colega era muy similar a la suya, Carmen, Carmela, Carmiña, la cual, por cierto, también participó en el mismo certamen. Al día de hoy el caso sigue abierto sin que haya una resolución.
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José Saramago
Uno de los grandes exponentes de las letras portuguesas fue acusado de plagio con su novela Las intermitencias de la muerte. En este caso el acusador fue el mexicano Teófilo Huerta Moreno, quien mencionó que la novela de Saramago era sospechosamente similar a su relato “Últimas noticias”. Huerta Moreno involucró a Sealtiel Alatriste en el caso al mencionar que el entonces director de la editorial Alfaguara había dado una copia de su cuento al portugués, lo que lo habría llevado a practicar el plagio. Saramago siempre desmintió la acusación.
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Jorge Bucay
Con su libro Shimriti, Bucay la pasó bastante mal cuando se descubrió que muchas de sus páginas eran una copia de otro texto: La sabiduría recobrada de la filósofa española Mónica Cavallé. El argentino mencionó que el plagio había sido totalmente involuntario y que por un error se había omitido el crédito de las palabras a su autora. Shimriti tuvo que ser puesto fuera de circulación de las librerías.
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Shin Kyung-sook
Por favor, cuida de mamá es una novela de 2009 que le ha dado fama mundial a su autora, vendiendo más de dos millones de copias a través de numerosas ediciones. Pero a esta fama se le ha sumado una acusación de plagio por parte de un profesor de literatura coreano llamado Hyung Tae-soo, quien mencionó que su compatriota hizo copias de pasajes de la escritora alemana Luise Rinser para la mencionada novela. Su autora, considerada antes de este caso como la máxima exponente de las letras surcoreanas contemporáneas, hasta el momento no ha hecho declaraciones formales.
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Javier Sicilia
Evodio Escalante, renombrado crítico literario, señaló que Sicilia se había apropiado de textos y recursos de poetas como Celan, Dante o Elliot para su poemario Tríptico del desierto. Con él, Sicilia ganó en 2009 el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes. De manera enérgica y clara señaló que dichas acusaciones carecían totalmente de fundamento.
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William Shakespeare
Sobre “El Bardo de Avon” han recaído numerosas teorías que mencionan que toda su obra sería producto del plagio de otros autores como Sir Francis Bacon, Christopher Marlowe o el Conde de Oxford (Edward de Vere), quienes por razones desconocidas no quisieron demandar públicamente al dramaturgo inglés. Las sospechas se deben a que se sabe muy poco acerca de la vida de Shakespeare; sus detractores dicen que al ser hijo de un comerciante modesto no pudo haber tenido acceso a una educación formal que justificara la calidad de sus obras y los conocimientos que impregnan las mismas. Lo cierto es que esto son sólo teorías que no han podido ser demostradas.
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T.S. Eliot
La revista Times Literary Supplement publicó en 1995 que el poeta inglés-estadounidense, célebre autor de La tierra baldía, habría robado ideas de otros poetas como Madison Cawein y Charlotte Mew, autora de The farmer’s bride. Eliot obtuvo el Premio Nobel de literatura en 1948 y es considerado uno de los grandes genios de la literatura hecha en los Estados Unidos.
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Arturo Pérez-Reverte
El famoso novelista español aceptó haber plagiado sin proponérselo a la autora mexicana Verónica Murguía para uno de los textos que conforman su libro Perros e hijos de perra. Pérez-Reverte pidió disculpas de forma pública y explicó que las similitudes entre su escrito y el de su colega se deben a que un amigo suyo, Sealtiel Alatriste, le contó la misma anécdota que Murguía utiliza para el texto original: “Historia de Sami”, publicado en la revista El laberinto urbano. Murguía prefirió cortar por lo sano, aceptar las disculpas del veterano autor y no denunciarlo.
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¿Cuántas obras más estarán circulando en las librerías sin que sus autores hayan sido descubiertos de haber cometido plagio? Como lectores sólo nos queda seguir disfrutando de las historias confiando en que el contenido haya nacido de manera legítima de la mente de sus creadores. El tiempo y el destino son los únicos que pueden desenmascarar las mentiras.
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