Hace más de cinco mil años que se escribieron en tablillas de arcilla las gestas de un héroe que se convirtió en dios, el rey de la ciudad mesopotámica de Uruk; “La epopeya de Gilgamesh” fue la primera de la historia. Este poema escrito con caracteres cuneiformes nos da apenas una idea de cómo el hombre ya se preguntaba sobre el sentido de su vida y buscaba trascender de cualquier manera.
Junto a su amigo Enkidu, Gilgamesh busca la gloria y la inmortalidad en un escenario lleno de oscuridad y cierto temor a la muerte que se manifiesta en cada momento. Tenemos entonces que esa inseguridad ante los misterios de la muerte y lo que pasa después de ella no son nada nuevos.
Todos los días estamos en contacto directo con la muerte, quizá ésa sea la razón por la que nos inquieta su presencia. Las diferentes religiones y culturas alrededor del globo tienen sus propias versiones de trascendencia, nos hacen creer que la vida tal y como la conocemos tiene una segunda parte; es decir que no nos preparan nunca para un fin definitivo.
A partir del siglo XIX estas preguntas acerca de la vida y su propósito comenzaron a incrementar tanto que dieron entrada a una nueva corriente filosófica, el existencialismo. Los autores y pensadores que pertenecieron a esta corriente estaban conscientes de que el verdadero rumbo en la vida de un hombre se construía sólo a través de sus actos. Nada está escrito.
Según Steven Crowell, no es fácil encontrar una definición absoluta para el existencialismo pues debido a las diferentes posturas que alberga, intentar definirlo inevitablemente excluiría a alguna de ellas. Tal vez la mejor forma de otorgarle un concepto sea a través de los autores que lo han construido.
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Jean Paul Sartre
Este filósofo francés sugiere que el ser humano está condenado a ser libre, el hombre se define a sí mismo durante todo su ciclo de vida pues no cree en determinismos.
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Miguel de Unamuno
Considerado un precursor del existencialismo, pensaba que al llegar la muerte todo dejo de vida terminaba y que no había nada después; sin embargo, también aseguró que la creencia de que nuestra mente sobrevive el paso de la muerte es necesaria para poder sobrellevar nuestras vidas.
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Joaquim María Machado de Assis
Este escritor brasileño no es precisamente un representante del existencialismo, pero los personajes de sus novelas presentan conductas que se apegan muy bien a esta postura. En “Un hombre celebre” narra la historia de un músico que pese a todos sus intentos nunca pudo posicionarse como un gran compositor de óperas, cosa que lo lleva a preguntarse a qué vino al mundo si no es a hacer lo que ama.
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Albert Camus
A través de sus escritos, este autor explora el extrañamiento del hombre hacia sí mismo. El ser humano busca en su entorno algo que lo complete y lo defina frente a la imposibilidad de hacerlo por sí mismo.
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Simone de Beauvoir
Su convicción de que las personas elegían por sí mismas su propio destino está reflejada en casi todos sus textos, mismos en los que advierte los riesgos de que el existencialismo se convierta en una moda.
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Martin Heidegger
Considera que el sentido de la existencia del hombre se basa en su presencia en el universo y por ningún motivo se define por los conocimientos que va adquiriendo. Postula que una parte importante de la existencia es la angustia ya que a través de ella notamos la presencia de la muerte y la nada.
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Arthur Schopenhauer
Sostuvo que el conocimiento esencial del yo sólo puede lograrse a través de un ejercicio de introspección. Identificó al yo con el principio metafísico de voluntad de vivir, que es el deseo que un individuo tiene de decidir y ordenar su propia conducta.
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Estos escritores aportaron una gran cantidad de conceptos y razonamientos a la Filosofía; casi insospechadamente lograron vencer a la muerte gracias a su legado.