“Confieso que tengo una ambición, una sola y gran ambición personal: quisiera que el nombre de Evita figurase alguna vez en la historia de mi patria. Y me sentiría debidamente, sobradamente compensada si la nota terminase de esta manera: De aquella mujer sólo sabemos que el pueblo la llamaba, cariñosamente, Evita”.
Algunos la describen como una cenicienta que en su corta vida pasó de la pobreza extrema al poder y la gloria. Eva Duarte, mejor conocida como Evita Perón, nació el 7 de mayo de 1919 en los Toldos, provincia de Buenos Aires, y fue la quinta hija de Juana Ibarguren y Juan Duarte. En su ciudad natal, transcurrió su infancia y superó la muerte de su progenitor, ocurrida en 1926.
Algunos la describen como una cenicienta que en su corta vida pasó de la pobreza extrema al poder y la gloria. Desde su infancia, Evita siempre quiso ser actriz. Las oscuras leyendas tejidas en torno a su vida cuentan que a los 15 años sedujo a un cantante de tango para que se la llevara a Buenos Aires. Cierto o no, ella quería ser estrella y conquistar la gran ciudad.
Sus primeros años en la capital argentina fueron difíciles. Vivió en pensiones, actuó en pequeñas compañías de teatro y en la radio. Asimismo, en varias biografías se sugiere que pagó favores sin prejuicios morales. Esta etapa de la vida de Eva, así como su imagen, sufrieron un cambio radical cuando se casó con Juan Domingo Perón, y años después sería la heroína del peronismo.
Como esposa del presidente de Argentina, y a pesar de no tener participación oficial en el gobierno del país, ayudó a organizar el movimiento de los trabajadores o sus “descamisados”, como ella les llamaba, y consagró el derecho al voto de la mujer.
Logró la igualdad política entre hombres y mujeres. Buscó la equidad jurídica de los cónyuges y la patria potestad compartida con el artículo 39 de la Constitución de 1949. En ese mismo año, además, fundó el Partido Peronista Femenino, el cual presidió hasta su muerte
El peronismo tuvo una relación estrecha y compleja con el movimiento obrero. Eva Duarte, ferviente y combativa defensora de los derechos sociales y laborales, estableció un vínculo directo con los sindicatos, que conformaban los principales organismos del peronismo. Impulsó, además, la formación de milicias obreras y, poco antes de morir, compró armas que entregó a la Confederación General del Trabajo. Como primera dama, se comprometió con la ayuda social y con quien ella llamaba “sus descamisados”. En 1948, Duarte creó la Fundación Eva Perón, dedicada al desarrollo de una labor social, que llegó prácticamente a todos los niños, ancianos, madres solteras y mujeres quienes eran el único sustento familiar, pertenecientes a los estratos más pobres de la población. La Fundación construyó hospitales, asilos, escuelas, colonias de vacaciones, otorgó becas para estudiantes, ayudas para la vivienda y promocionó a la mujer en diversas facetas.
Su muerte significó el inicio de la decadencia del régimen peronista, que tres años más tarde fue derrocado por un golpe militar. Para evitar el peregrinaje popular a su tumba, los militares secuestraron y trasladaron el cadáver de Eva Perón a Italia y más tarde a España. En 1975, el gobierno de la presidenta del país, la que había sido la tercera esposa del general, María Estela Isabel Martínez de Perón, llevó de nuevo a Argentina los restos mortales de Eva Perón.