Puede que te haya roto el corazón o sea el amor de tu vida. Que todo lo vivido valió la pena o siempre te arrepientas. Puede que duela recordarlo o ya ni siquiera sientas nada. Pero al final, extrañar es inevitable dice este texto que te compartimos:
Que extraño tus brazos y ver tu torso desnudo,
tus manos y que juegues con mi cabello.
Extraño contarnos historias de cuando éramos niños y reírnos de nosotros mismos.
De nuestras versiones más viejas, esas que no conocimos.
Extraño nuestras pláticas de madrugada y reír hasta que nos doliera el estómago.
Me gustaba verte reír, esa era mi versión favorita de ti. La más real.
Extraño que me cuentes cómo va tu vida.
Extraño dormir y despertar contigo,
permanecer en cama por horas.
Extraño que le mientas a tu jefa para no ir a trabajar y quedarnos juntos.
Extraño que veamos películas independientes y extranjeras,
y luego convertirnos en expertos críticos de cine.
Que veamos una buena serie y después hablemos de lo grandiosa que nos pareció
y digamos cuál fue nuestro personaje favorito.
Extraño que me cantes aunque lo hagas terriblemente mal, lo extraño:
“Flaca, no me claves tus puñales en la espalda…”,
que cantes y cantes acompañado de tu ukelele,
también lo extraño a él y que me lo prestes, y me enseñes a tocar,
y luego me felicites por lograr aprender cuatro acordes seguidos.
Extraño escuchar tu voz; en canciones, en grabaciones o por teléfono.
Extraño decirte lo arrogante y cruel que puedes ser y que me digas que soy la única persona que pone tus pies en la tierra. Que me digas que lo nuestro pudo ser maravilloso pero que la has cagado cuantas veces has podido, porque así eres: egoísta.
¿Qué te puedo decir que no sepas ya?
La verdad es que extraño mi vida antes de ti,
cuando no escribía por escribir esperando que algún día me leyeras.
No extraño acordarme de ti y sentir como la nostalgia se apodera de mí poco a poco –lo hizo mientras escribía esto–.
No extraño que me hayas roto el corazón ni cómo me sentí después de eso.
No extraño emborracharme en bares contando a desconocidos tu historia una y otra vez,
ni tampoco enviarte mensajes de texto reclamándote lo hijo de puta que fuiste conmigo.
Pero al final, te extraño. Casi todo de ti. Casi todo el tiempo. Lo que pasa es que te extraño, pero al final extraño más cómo era mi vida sin ti.
***
Te puede interesar:
15 ilustraciones de cómo se destruye una pareja tóxica
Poemas de amor, ocio y soledad que escribí mientras estaba en la oficina