Octavio Paz, el legendario poeta, ensayista e intelectual mexicano ha representado ante el mundo a la tierra que lo vio nacer. Es el único escritor que ha ganado el premio Nobel para México. Nacido en 1914 en la Ciudad de México, Paz ha sido descrito por sus discípulos como “el hombre del siglo”; tanto en vida como en muerte, Octavio Paz define y sigue definiendo al mexicano. Rechaza al mundo y no pretende confirmar la verdad, mostrar la realidad o convertirse en un hombre místico, sino que busca descubrir otros mundos posibles.
El padre del poeta fue un abogado que tuvo un importante papel en la Revolución Mexicana, y su abuelo fue un novelista e intelectual. Tal parece que la fusión de sus dos ancestros dio origen a los principales intereses de Octavio Paz: la literatura, el arte e incluso la política y la filosofía —a juzgar por sus numerosos ensayos. En dichos ensayos abordó temas como la relación entre la poesía y la historia, la voluntad de quienes buscan ser poetas, el amor y el erotismo, el lenguaje y, especialmente, la construcción de la identidad de los mexicanos a lo largo de la historia.
El laberinto de la soledad (1950) se centra en este tema tan relevante para el autor. Además se convirtió en una reflexión de carácter universal, por lo que es una de sus obras más reconocidas. Estas son algunas de las frases que lo componen y que son el resultado de un profundo análisis sobre nuestra sociedad, por lo que podrían perfectamente servirnos de espejo.
“El descubrimiento de nosotros mismos se manifiesta como un sabernos solos; entre el mundo y nosotros se abre una impalpable, transparente muralla: la de nuestra conciencia.”
“El adolescente, vacilante entre la infancia y la juventud, queda suspenso un instante ante la infinita riqueza del mundo. El adolescente se asombra de ser.”
“A los pueblos en trance de crecimiento les ocurre algo parecido. Su ser se manifiesta como interrogación: ¿qué somos y cómo realizaremos eso que somos?”
“La historia de México es la del hombre que busca su filiación, su origen.”
“Nuestra soledad tiene las mismas raíces que el sentimiento religioso. Es una orfandad, una oscura conciencia de que hemos sido arrancados del Todo y una ardiente búsqueda…”
“Viejo o adolescente, criollo o mestizo, general, obrero o licenciado, el mexicano se me aparece como un ser que se encierra y se preserva: máscara el rostro y máscara la sonrisa.”
“Es legítimo presentar a la historia de México como una sucesión de rupturas y uniones. La primera fue la conquista…”
“La primera reunión consistió en la conversión de los vencidos a una fe universal, el cristianismo.”
“Nuestra historia no es sino una de las versiones de ese perpetuo separarse y unirse con ellos mismos que ha sido, y es, la vida de todos los hombres y los pueblos.”
“La Revolución inició la reconciliación con nuestro pasado, algo que me parece no menos sino más imperativo que todos los proyectos de modernización.”
“La violencia de nuestros festejos muestra hasta qué punto nuestro hermetismo nos cierra las vías de comunicación con el mundo.”
“Somos un pueblo ritual. Y esa tendencia beneficia a nuestra imaginación tanto como a nuestra sensibilidad, siempre afinadas y despiertas.”
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El mexicano es un ser extraño, mutable ante el cambio imprevisto; pero siempre pasivo, inerte, callado. Descubre por qué Octavio Paz ha afirmado que los mexicanos son “unos hijos de la chingada”. Además, te compartimos este artículo sobre la concepción del amor según el gran pensador mexicano.