Actualmente el romance shakesperiano ha muerto, las mensajes instantáneos han asesinado a las cartas; los celulares, en lugar de acercarnos, han instaurado barreras entre las personas más cercanas y por supuesto ya nadie está dispuesto a suicidarse por amor.
Es por todo esto que “Te amo” es una de las frases más difíciles de expresar. Los sentimientos que simbolizan estas dos palabras son casi infinitos y en la mayoría de las ocasiones no los podemos describir. Cuando amamos a una persona hacemos más que querer; comprendemos, aceptamos, nos preocupamos y en algunas ocasiones, estamos dispuestos a dar todo por el otro. Privilegiados son los autores que logran plasmar todo este mundo de sentimientos y son los menos los que pueden compararse con William Shakespeare.
Ya sea porque la tuvimos que leer en una tarea escolar, la vimos en una película o en una parodia en la televisión, todo el mundo está familiarizado con los trágicos eventos que construyen la historia de Romeo y Julieta. Las historias detrás de estas experiencias nos pueden llevar a preguntarnos cómo fue recibida por primer vez esta obra.
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La perfección del trabajo de Shakespeare conquistó al teatro isabelino durante los siglos XVI y XVII. Curiosamente, en esta época estaba prohibido que cualquier mujer se presentara en el escenario, es por ello que la primera persona en interpretar a Julieta fue un hombre. A pesar de este contratiempo, la obra de Shakespeare trascendió su época y el tiempo la convirtió en la mayor historia de sacrificio y amor.
La tragedia que puede significar un amor improbable
“¡Mi único amor, nacido de mi único odio! ¡Demasiado pronto le vi, sin conocerle, y demasiado tarde le he conocido! ¡Prodigioso principio de amor que tenga que amar a un aborrecido adversario!”
La perfección encarnada en una persona
“¿Y si los ojos de ella estuvieran en el firmamento y las estrellas en su rostro? ¡El fulgor de sus mejillas avergonzaría a estos astros, como la luz del día a la de una lámpara! ¡Sus ojos lanzarían desde la bóveda celeste unos rayos tan claros a través de la región etérea, que cantarían las aves creyendo llegada la aurora!”
La esperanza de ser correspondido
“Llámame solo ‘amor mío’, y seré nuevamente bautizado. ¡Desde ahora mismo dejaré de ser Romeo!”
La grandeza de las caricias
“Si profano con mi indigna mano este sagrado santuario sacro pecado fuera. Mis labios, peregrinos, ruborizados, quisieran hacer penitencia con un dulce beso”.
A los lugares que te puede llevar el amor por el otro
“Con ligeras alas de amor franqueé estos muros, pues no hay cerca de piedra capaz de atajar el amor; y lo que el amo puede hacer, aquello el amor se atreve a intentar”.
La bendición que significa encontrar a esa persona
“Los que cuentan sus tesoros son simplemente unos pordioseros; de donde mi verdadero amor se acrecienta hasta un límite que no supo contar la mitad de mi riqueza”.
Lo que eres capaz de hacer
“El manto de la noche me esconderá de ellos. Con tal de que me quieras, que me encuentren aquí; más vale que acabe mi vida su odio que prorrogar la muerte sin tener tu amor”.
La manera en que cambia tu forma de ver al mundo
“¿Qué hay en un nombre? Lo que llamamos rosa, aún con cualquier otro nombre, mantendría el perfume; igual que Romeo. Aunque Romeo nunca se llamase, conservaría la misma perfección que tiene sin ese título”.
El terrible pensamiento de perderla
“¡Ah, Julieta querida! ¿Por qué eres aún tan bella? ¿Habré de creer que el fantasma incorpóreo de la muerte se ha prendado en ti y que ese aborrecido monstruo descarnado te guarda en esas tinieblas, reservándote para maceba suya? ¡Así lo temo, y por ello permaneceré siempre a tu lado…”
Amor hasta el final
“¡Oh, ingrato! ¡Todo lo apuraste, sin dejar una gota amiga que me ayude a seguirte! ¡Besaré tus labios!… ¡Quizá quede en ellos un resto de ponzoña para hacerme morir con un reconfortante”.
Cada día es mucho más difícil encontrar una persona ideal a la cual amar; no obstante, la trágica historia de Romeo y Julieta es una oportunidad ideal para volver a creer en ese amor que cambie nuestra forma de ver al mundo.
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