Se ha puesto a esta mujer mexicana en los cargos de filósofa, poeta y feminista un sinfín de veces por el carácter multi-interpretativo de su obra y de sus mensajes; se le ha contrapuesto a otros grandes del pensamiento barroco novohispano como Calderón de la Barca y Góngora, pero en ocasiones esto llega a entenderse equivocadamente como una forma de odio o rechazo a lo masculino y a la creencia divina.
El cometido de su poesía, entonces, no debería desviarse de su principal línea que es una preocupación social e intelectual desde su carácter de mujer enfrascada en las costumbres del supuesto Nuevo Mundo. En sus líneas y versos se lee así que, de haber existido tal cosa como un mundo renovado y no sólo tierras desconocidas, no se hubiera visto orillada a enclaustrarse y a escribir lo que escribió. No hay un odio como tal al hombre sino una inconformidad con el orden establecido. Tampoco se debe confundir esto con la postura igualmente errónea de que fue una mujer que sólo profesaba el catolicismo por conveniencia, ella en efecto fue una religiosa comprometida con su misión; que además fuera una revolucionaria y luchara contra los prejuicios de una época es cosa distinta.
Es en ese papel de ser humano y de mentalidad retadora que se unen muchas mujeres para formar a una sola; sobre todo, la que se preocupa por el pensamiento y la que sigue los caminos de la fe. Y es así que es posible reconocer a Sor Juana como un ave libre en los cielos de la gobernanza viril, que se atreve a cantar un “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón…” no como simples palabras de provocación sino como la declaración de ser una mujer completa para su época, en concordancia con Dios y con su propia mente, urgente de una renovación estructural en el cómo se veían las cosas.
Dicho esto, en el siguiente listado se encuentran las frases más significativas en esta lid de denuncia y de propuesta ante un mundo que, hasta la fecha, sigue silenciando no sólo a mujeres sino a cualquier persona que luche desde lo distinto.
“En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas? ¿En qué te ofendo, cuando sólo intento poner bellezas en mi entendimiento y no mi entendimiento en las bellezas?”
“Triunfante quiero ver al que me mata; y mato a quien me quiere ver triunfante”.
“Siempre tan necios andáis que con desigual nivel a una culpáis por cruel y a otra por fácil culpáis. ¿Pues cómo ha de estar templada la que vuestro amor pretende, si la que es ingrata ofende y la que es fácil enfada?”
“¿Pues para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis”.
“Dime vencedor rapaz, vencido de mi constancia, ¿qué ha sacado tu arrogancia de alterar mi firme paz?”
“Con poca causa ofendida, suelo, en mitad de mi amor, negar un leve favor a quien le diera la vida”.
“Si es mío mi entendimiento, ¿por qué siempre he de encontrarlo tan torpe para el alivio, tan agudo para el daño?”
“No estudio por saber más, sino por ignorar menos.”
“Sin claridad no hay voz de sabiduría.”
“Estos versos, lector mío, que a tu deleite consagro, y sólo tienen de buenos conocer yo que son malos, ni disputártelos quiero, ni quiero recomendarlos, porque eso fuera querer hacer de ellos mucho caso.”
“Salgan signos a la boca de lo que el corazón arde, que nadie, nadie creerá el incendio si el humo no da señales”.
La obra de Sor Juana es una de las más importantes en el ámbito intelectual mexicano; con tintes propios de la filosofía, de la literatura y de la religiosidad la poesía de la Décima musa es un emblema de pensamiento que se porta desde su país natal a todo el mundo. ¿Qué tan bien conocemos el trabajo de esta mujer, pieza clave de la reflexión en México?
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