Las 10 frases más grotescas de la literatura

Las 10 frases más grotescas de la literatura

Las 10 frases más grotescas de la literatura

Qué entendemos por grotesco y hacia dónde vamos con esa categoría estética es un problema (grande) en sí. Su definición ha sido por largos años resbaladiza y carente de significados inequívocos; sin embargo, su identificación no ha sido imposible, pero no por ello siempre desagradable. Involucrado con lo feo y lo cómico, aquello que se postula como grotesco siempre nos hace dudar sobre los límites de lo permitido, lo adorado, lo cómodo o lo grácil en diversas imágenes y enunciaciones que no caen en lo horrible ni en lo hermoso. Simplemente se postra en un territorio distinto.

Lo grotesco es un ejercicio de despojamientos y exageraciones, práctica de esquematizaciones extremas y nerviosas. Un tanto contaminado por el humor y otras diversificaciones de lo carnavalesco, lo grotesco deviene en una suerte de espectro degradante que obsesiona y descompone las estructuras de lo humano. Desde los conceptos de nacimiento y muerte, hasta situaciones tan complejas como la provocación, la blasfemia y el placer, entre otros vínculos del hombre con el mundo.

Así, el asco o la repulsión no se emparentan directamente con lo grotesco. En cambio, sí haya intimidad con el desorden gozoso, la demencia, los momentos de locura reivindicada y los terrores de una realidad fuera de lo común. Con mucha mayor fuerza, por supuesto, en las artes y el lenguaje, donde la expresión transgresora del cuerpo y las mentes se dan licencia de romper tanto con el espíritu festivo de la tierra, como con la celebración de los destrozos transcendentales. Donde hay un limbo de emociones y sólo perplejidad.

En el terreno de la literatura, no es difícil encontrarse a la sazón con textos o autores que te dejan cicatrizado por este sentimiento, que aturden tus pensamientos y elucubraciones gracias al encuentro con lo grotesco. Con lo desconcertante.

Iré viendo menos cada vez, y aunque no pierda la vista me volveré más ciega cada día porque no tendré quien me vea.

José Saramago, Ensayo sobre la ceguera

Y a veces un sujeto se echa a llorar como un niño porque no puede evitar eyacular cuando se lo follan.

William S. Burroughs, Naked Lunch

Los estadounidenses son malcriados, están gordos, y hablan de modo incoherente. Son exigentes mandones e ignorantes. Se sienten moralmente condescendientes hacía las demás naciones porque piensan que ellos siempre tienen razón, por más que su población adulta no vote. Son jactanciosos, además. Aunque no te lo creas, en Europa no se considera aceptable, explicarle a una persona a la que acabas de conocer que estudiaste en Harvard, que eres propietario de una casa que vale un pastón, y a qué celebridades sueles invitar a cenar. Y los estadounidenses tampoco acaban de entender que en algunos lugares se considere una grosería confiarle a otra persona en un cóctel, a los cinco minutos de que te la hayan presentado , tus preferencias por el sexo anal, como ocurre en este país. que ha perdido por completo la noción de intimidad. Pero eso es, consecuencia, sobre todo, de que los estadounidenses son confiados hasta extremos inconcebibles, tan inocentes, que casi parecen estúpidos Y, lo peor de todo, es que no tienen ni idea de que el resto del mundo no puede tragarlos.

Lionel Shriver, Tenemos que hablar de Kevin

Cuando todos hayamos desaparecido entonces al menos no quedará nadie aquí salvo la muerte y sus días también estarán contados.

Cormac McCarthy, La carretera

Tengo todas las características de un ser humano: Carne, sangre, piel, pelo. Pero ninguna emoción clara e identificable, excepto la avaricia y la aversión. Está ocurriendo algo horrible dentro de mí y no sé por qué. Mis sangrientas lujurias nocturnas están empezando a apoderarse de mí, me siento letal, al borde del frenesí, creo que mi máscara de cordura está a punto de desmoronarse.

Bret Easton Ellis, Psicópata americano

Es terrible, dentro de mi, estoy gritando como un animal acorralado. Pero nadie me hace caso. Si tuviera brazos, podría matarme. Si tuviera piernas podría correr. Si tuviera voz, podría hablar, y mi voz me haría compañía. Podría pedir ayuda. Pero no puedo hacer nada, nada, nadie oye mis gritos, y sin embargo tengo que hacer algo por que no sé, no sé cómo podré seguir viviendo así.

Dalton Trumbo, Johnny cogió su fusil

Un infierno habitado por los de nuestra misma especie, a pesar de todas las torturas, es mucho más deseable que un cielo ocupado por los seres monótonos a quienes nos presentan como modelos de virtud.

Marqués de Sade, Las 120 jornadas de Sodoma

Me acosté en la cama y pensé en lo fácil que era lastimar a una persona. No tenía que ser físico. Todo lo que tenías que hacer era dar una buena patada en algo que les importara.

Jack Ketchum, La chica de al lado

Me lo pensé un segundo, por que sabia que eso haría que mis antepasados se revolvieran en su tumba, y me gustaba motivarlos siempre que puedo.

Poppy Z. Brite, El arte más íntimo

Maté a Esmeralda porque me pareció que me lo debía a mí mismo y al mundo en general.

Iain Banks, La fábrica de las avispas

Estos libros, ofreciéndonos un mundo de crueldad y de perspectivas traumáticas, espectaculares o tullidas, ofrecen una mirada grotesca del acontecer humano y nos recuerdan que la mayor parte del tiempo los hombres nos situamos en ese justo medio de la belleza y lo horripilante, abrazando nuestra risoria repugnancia.

**

Ahora lee:

Libros sobre ocultismo

Razones por las que debes dejar de leer los libros de Stephen King

Salir de la versión móvil