Pintura por Jorge Sarquis Bello
Ha llegado el presente; con rubores de hojalata y con la esencia de un pasado sometido, se disfraza de colores que alborozan su camino. ¡Pobre hombre que ha caído en la desgracia de no mostrarse decadente! Es la sentencia misma de su estancia permanente, la que asfixia el credo de las mentes adyacentes. ¡Pobre hombre!- duplicó un instante perpetuado- Sus andrajos ya no ocultan sus arrugas codiciosas, sutiles canales que se pierden en un mar de aparente certidumbre.
La codicia es el destino si adoptamos la incongruencia, pues es lo injusto lo deseable y lo contrario inaceptable.
¿Será prudente suicidarle?