Cuando dos cuerpos se buscan, no hay nada que los detenga…
Los hombres te aúllan
como si fueran coyotes,
escalan cerros y vidas
para llegar a tu cuello de guadaña.
Te desdoblas, creces,
subes por el cielo muerto de mi cuerpo.
Y mi boca te aúlla, de nuevo, junto a la manada.
La suerte está echada sobre tus pechos,
y nuevamente los coyotes aúllan tus andanzas,
persiguen tu sexo, hambrientos,
sedientos de un cuerpo etéreo.
Caes al bosque nocturno,
el cielo diáfano y vacío te ve a lo lejos,
exiliada en una tierra extraña a ti.
Los coyotes ahogando sus bocas,
puliendo los colmillos, te huelen,
corren lisos sobre las puntiagudas sombras,
tú desembocas sobre su garganta.
**
Luego de leer este poema, quizás quieras conocer más poemas eróticos para dedicarle a tu pareja.
**
Las fotografías que acompañan al texto pertenecen a Kat Irlin.