Horas del corazón
En la tranquilidad de mi alma
cuando el reloj apenas marcaba las once
con gran paciencia, con calma
los sentimientos salieron; eran las doce.
La mente no pudo ver ni expresar
aquello que mi interior sufrió,
aquel oscuro e insensato frío
que mis huesos hizo calar.
En la tranquilidad de mi alma
con tanta paciencia, con calma
la expresión conocida
la misma mirada
recorrieron mis sentidos
expusieron mis miedos.
Cuando el reloj marcaba las doce,
en mi mente pensaba aún en las once.
las horas, los pensamientos
los días, los dialectos
con los que cualquiera se expresa
con la cordura perdida y difusa.
Lo sentí de nuevo a la hora indicada
tu toque, tu voz, tu mirada
cuando el reloj marcaba las doce
yo recordaba lo sucedido a las once
cuando en la tranquilidad de mi alma
destruiste con gran calma
mi amor por ti,
mi poesía por ti…
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Las fotografías que acompañan al texto pertenecen a Andrew Labreck.