La verdad empieza por el camino de la duda. Una incógnita, una pregunta, una interrogación existencial no es más que la prefiguración de un evento epifánico o de una clave de la cotidianidad, que se pronuncia en silencio, como la imagen de las personas en todo el mundo, dirigiéndose a sus trabajos, a sus casas, a sus aposentos.
El siguiente poema, autoría de Estefanía Rengifo Palomino, interioriza las emociones sucitadas por esta premisa.
Incógnitas
Dudas circulan como torrentes sanguíneos,
en el territorio infértil crecen preguntas y manzanas.
Surgen deseos quebrados por el desvarío.
Nacen días y soles que eclipsan sin aviso.
Agonizan noches y lunas que sonríen tras los vidrios.
Un robot lo contempla todo, a través de la ventana de tiempo.
Observa los objetos y al hombre,
en su transición a obsoletos.
Alguien al azar, despierta y
observa un amanecer desnudo
de tono celeste y rojizo predestinado.
Sopla el viento desconcertado.
Castaños, pelirrojos, rubios o negros
el tiempo destiñe a los cabellos.
Incógnitas como estrellas, en un cielo sin respuestas,
el hombre nace con la pregunta bajo el brazo,
y se disipa con ella.
Las dudas transitan en vaivén
por la eterna vía circular.
***
No hay mejor manera para entender las cosas que observarlas, sopesarlas en su justa dimensión, valorarlas en peso, espacio y alma. Lo que está lejos no es un verdadero problema, sino lo que está más cerca y se relaciona con nuestro interior. Sin embargo, a pesar de que no hay solución, vale la pena intentarlo.