Llevan unos botones como pupilas hondas que fascinan las nuestras en los negros pasillos. Invisible, su mano se complace, homicida. Se filtra en su mirada el veneno feroz de los ojos pacientes de la perra tundida, y trasudamos, víctimas en el aprieto atroz.
Los sentados, Arthur Rimbaud
Son pocos los que se atreven a incluirse entre las voces de una generación maldita. Claro, el término suena bastante alentador si eres uno de los que sabe que la felicidad nunca lleva a la grandeza. Oscuros, melancólicos y transgresores; ajenos a las reglas y sin prestigio en la sociedad de élite en la que se encontraron. Escritores malditos, una camada de pensadores que transformaron el mundo de la poesía gracias a sus textos, los cuales se encuentran entre lo mejor que ha producido la literatura universal y mucho se debe gracias a sus experiencias en vida.
Para escribir hay que vivir, pero para ser un escritor maldito hay que convertirse en un personaje único. Hoy existe el término “contracultura” para referirse a lo que no está adecuado a esa norma social convencional, pero ser un poeta maldito es mucho más que eso. La forma de ver y entender la vida no es suficiente, se necesita vivirla para comprender el dolor que ésta conlleva y de esa forma trascender, no sólo generaciones, sino la eternidad. Si en realidad deseas ser un poeta maldito, bien puedes comenzar viendo si cumples las siguientes características típicas de estos genios de la literatura.
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Infancia marcada
“Cuando, por un decreto de las potencias supremas,
El Poeta aparece en este mundo hastiado,
su madre espantada y llena de blasfemias
crispa sus puños hacia Dios, que de ella se apiada:
—“¡Ah! ¡No haber parido todo un nido de víboras,
antes que amamantar esta irrisión!
¡Maldita sea la noche de placeres efímeros
en que mi vientre concibió mi expiación!
Puesto que tú me has escogido entre todas las mujeres
para ser el asco de mi triste marido,
y como yo no puedo arrojar a las llamas,
como una esquela de amor, este monstruo esmirriado,
¡Yo haré rebotar tu odio que me agobia
sobre el instrumento maldito de tus perversidades,
y he de retorcer tan bien este árbol miserable,
que no podrán retoñar sus brotes apestados!”
“Bendición”, Charles Baudelaire
Desde el inicio todo debe ir mal. No es posible revolucionar el mundo del arte con una infancia feliz. Charles Baudelaire escribió el poema “Bendición” y lo usó para abrir su obra más famosa: “Las flores del mal”. La ira, el desprecio y la locura de una madre que odia al retoño inauguran uno de los pilares de los poetas malditos. Si bien Paul Verlaine en su ensayo “Los poetas malditos” no habla de Baudelaire como de otros, sí menciona este poema. No olvidemos que también Rimbaud tuvo una infancia difícil. Además de estar condenado a vivir con un genio sin precedentes, su padre nunca estaba en casa debido a su trabajo en la infantería y al nacer su última hija, desapareció de la vida del poeta para siempre.
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Pesimismo
“¡El infierno está aquí! El otro no me asusta.
Empero, el purgatorio mi corazón disgusta.
De él me han hablado mucho y su nombre funesto
en mi corazón débil ha encontrado su puesto.
Cuando la ola de días va agostando mi flor,
el purgatorio veo al perder el color”.
“Los sollozos”, Marceline Desbordes Valmore
Es menester de un poeta maldito ver la realidad con un filtro opaco, una decadente mirada que siempre exalta el pasado por la simple necesidad de mostrar que su presente no tiene nada que ofrecer. Éste puede ser el punto más sencillo, pues son pocos los que creen que viven en el mejor de los mundos y ellos seguramente no quisieran ser adjudicados con algo que lleve “maldito” en su nombre.
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Esoterismo
“En la horca negra bailan, amable manco,
bailan los paladines,
los descarnados danzarines del diablo;
danzan que danzan sin fin
los esqueletos de Saladín.
¡Monseñor Belzebú tira de la corbata
de sus títeres negros, que al cielo gesticulan,
y al darles en la frente un buen zapatillazo
les obliga a bailar ritmos de Villancico!”
“El baile de los ahorcados”, Arthur Rimbaud
Una dosis de magia oscura es necesaria para ganar esa mala reputación que un buen poeta maldito tiene. El término ha evolucionando pues no se les llama así sólo a los poetas de finales del siglo XIX, algunos incluso consideran poetas malditos a músicos como Jim Morrison o Ian Curtis, pues su cualidad es la muerte a temprana edad, ser incomprendidos en su época y crear arte que muchos no entienden. Pero si trasladáramos esto a un plano más esotérico, el ganador indiscutible seria Robert Johnson. Un pacto con el diablo es la mejor manera de conseguir el éxito y el talento, pero también la oportunidad perfecta para perder la vida.
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Alcoholismo
“Hay que estar siempre borracho.
De eso se trata todo: es la única cuestión.
Para no sentir la horrible carga del Tiempo
que vence tus espaldas y te inclina hacia la tierra,
hay que emborracharse sin tregua”.
“Emborráchate”, Charles Baudelaire
La bebida que ha cautivado a la humanidad desde hace más de 5 mil años. El alcohol es el motor del poeta en general (además del dolor y el verso), pero los poetas malditos saben que el alcohol más que llevarlos a un estado de éxtasis, también es una musa. Lamentablemente, la musa muchas veces fue quien inspiró poemas, pero de igual manera la que los llevó a la ruina. Si deseas ser un poeta maldito recuerda que el alcohol es la virtud y la ruina, tal como el amor, la soledad y todas las demás cualidades.
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Simbolismo
“He visto fermentar las enormes lagunas
en cuyas espadañas se pudre un Leviathán
y he visto, con bonanza, desplomándose algunas
cataratas remotas que a los abismos van…
Vi el sol de plata, el nácar del mar, el cielo ardiente,
horrores encallados en las pardas bahías
y mucha retorcida y gigante serpiente
cayendo de los árboles, con fragancias sombrías”.
“El barco ebrio”, Rimbaud
Regla de oro para un poeta maldito: utiliza todo tu conocimiento y experiencias para transformarlas en símbolos literarios que pocos son capaces de descifrar. Tal vez eso sea parte de su poca popularidad en el momento, pero al entender qué están diciendo, sus textos se convierten en lo más profundo y personal que puedes encontrar en la literatura.
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Homoerotismo
“Quienquiera que seas, pongo sobre ti mis manos para que seas mi poema,
te murmuro al oído:
he amado a muchas mujeres y a muchos hombres, pero a nadie he amado tanto como a ti”.
“A ti”, Walt Whitman
Romper lo convencional no era simple rebeldía, ellos sabían lo que querían y no eran ajenos a ir por ellos. Vivieron en una época en la que la apertura sexual era nula, por lo las relaciones vivían entre secretos y letras. Mantener una mente abierta e ir por lo que se ama sin temor a las represalias es parte esencial del alma de un poeta.
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Tendencias autodestructivas
“Los senderos son ásperos.
Los montículos se cubren de retamas.
El aire está inmóvil.
¡Qué lejos están los pájaros y las fuentes!
Esto sólo puede ser el fin del mundo, que avanza.
Que me alquilen por fin esa tumba
blanqueada a la cal con las líneas del cemento en relieve
– muy lejos bajo tierra”.
“Iluminaciones”, Rimbaud
La perdición de los poetas reside en lo contradictorio de sus vidas, pero en las letras encontraron una forma de “salvarse”. Ahí es donde plasman sus visiones, sus miedos y temores; esos que muchas veces terminaban por llevarlos a una muerte autoinflingida. Tendencias suicidas, muertes prematuras por enfermedades que en ese momento eran condenas desde el primer momento y más, eran parte de la costumbre de los hombres que cambiaron la literatura exorcizando sus demonios, con los que algunos no pudieron seguir.
Baudelaire, Rimbaud, Corbiére, Mallarmé, Whitman… algunos dicen que la lista llega incluso hasta Bukowski. Empezó en Francia, pero la esencia de esto llegó a ser universal. ¿Tienes cuatro de estos puntos? ¿Tu alma también vive en un eterno tormento del que sólo puedes escapar a través de las letras? Continúa, es tan fácil como lo dijo Hemingway: “Lo único que uno hace es sentarse frente a una máquina y sangrar”.
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