Un privilegio de pocos y algunos otros locos.
Aspire hondo y exhale otro poco, suspire a fondo y piense en los dioses inspirados en el sol del cosmos. Piense en los dioses, piense en usted y los dioses, en su deseo y los dioses; piense en los dioses y, luego de una reflexión auténtica y absoluta, elija a uno (sólo a uno) y piense en su contexto, respete su templo y siga ciegamente sus leyes de cementerio. Dios no ha muerto si siguen tus rezos (al menos en tu cerebro).
Hínquese frente al símbolo que represente su credo; entrelace sus dos manos por el frente y, mirando al cielo y luego al símbolo de su credo, cierre los ojos y hable con Dios a través de su voz interior, la voz de su espíritu y su corazón. Pregúntele lo que quiera, de todos modos la respuesta está en usted, ya está en usted de antemano, sólo falta que la saque con una oración o un buen madrazo. Otros le llaman “la voz interior”, pero ¿qué saben ellos de la voz del Señor si nunca han hablado con su Dios?
Rece con rezos predeterminados o improvise con algún otro texto sagrado, mejor aún, sea original y platique abiertamente con el Dios seleccionado. Sea honesto y sincero, recuerde que Él todo puede verlo (al menos todo lo que usted hace), empero, no le pida favores, su Dios es un Dios y no un adivino, genio o duende de los deseos. No le pida nada, la oración no es una ventanilla de quejas. La oración es diálogo con su Dios y eso es lo único que puede lograr con la oración. Sólo diálogo, únicamente diálogo, nada de peticiones o favores. Si funcionara así, el rezo no sería comunicación sino tan sólo la oficialía de partes de su Dios.
Sea discreto con el contenido de la información del diálogo, no sea chismoso y por favor no cuente a todo el mundo lo que sólo a usted le ha confiado, salvo que expresamente Él así te lo haya ordenado. Sin embargo, en dichos casos tenga cuidado, luego hay demonios que ocultan las órdenes de su respectivo Diablo. Si tu Dios quisiera algo, sin tu ayuda ya lo habría solucionado.
Por último, sea educado y despídase correctamente del diálogo. Abra los ojos, despegue las palmas de sus manos y póngase de pie con mucho cuidado, puede marearse y caerse si no lo hace despacio. Retírese respetando los otros credos, siga con su vida y no moleste a la gente que con su Dios no esté de acuerdo. No olvide que en el mundo hay tantos dioses como seres humanos.