¿Qué va a pasar cuando no haya más mujeres que quieran cambiar mis tiempos?

¿Qué va a pasar cuando no haya más mujeres que quieran cambiar mis tiempos?

¿Qué va a pasar cuando no haya más mujeres que quieran cambiar mis tiempos?

El poema que se comparte a continuación fue escrito por la escritora y editora Isabella Saturno (Barquisimeto, 1987).

Instrumentos de medición

Mido el tiempo

por mujeres;

es la convención

que decidí instalar

para definir

el fin de una fase

tipo que

terminé con Inés, la lacaniana

y se acabó ese tiempo

donde me preguntaba

qué había hecho mi madre

para que yo fuera así.

El tiempo de Valentina

fue otro

distinto

fue el primer tiempo

el primer estallido

comparable

a un meteorito

que vino a instaurar otro tiempo

donde se compartían los audífonos

y yo usaba crema para peinar

y Valentina me contaba

que se paraba en las farmacias

para destapar en silencio

esas cremas

olerlas;

no había tiempo para pensar sobre las madre

fue el tiempo de las

orejas rojas

por el teléfono pegado

hablando sobre Dios

si había sido primero el huevo

o la gallina

o cómo el ser humano

tenía estos dedos tan feos

amorfos

y no éramos

simplemente

unas esferas.

Con Laura no hubo tiempo

no hubo principio

fue como si

nos hubiésemos pasado

la tarde o las tardes

mordiéndonos las colas

revolviendo una sopa

que nunca se evaporaba

siempre lo mismo

y nos embriagábamos de humo

y nos pintábamos los labios

y bailábamos una danza que

nadie más conocía

hasta que la casa

de la leña

del tizón

de la cocina encendida

sin nadie

se incendió

y no hubo nada qué hacer

qué rescatar

ni una foto

ni un mechón de pelo

ni una muela que dijera

que denotara

nuestra edad;

apenas quedaron

hondas quemaduras.

Jessica no me dio casi tiempo.

Beatriz perdió su tiempo conmigo.

Mabe sólo tenía pezones que se parecían

al tiempo.

Daniela se disfrazó

de mi hermana

y por las noches

la confundía

y le gritaba: ¡hermana!

¿Quién eres, hermana?

¿Qué tiempo es este

donde nos permitimos el

incesto?

Maryan llegó para

apaciguar el tiempo:

fue un baño de agua tibia

una esponja por la espalda

un dominio de cobijas

donde todo se puso en un lugar

en un tiempo

donde los planetas se alinearon

para yo nunca más

nunca más

quererlos en ese orden.

Con Milena

el tiempo supo decirme

que había parido a una hija

y que ella me había parido a mí también

y leímos nuestros libros

sobre cómo criar

sobre cómo hacer las cosas

porque éramos madres

responsables

pero el tiempo nos hizo

crecer

ser hijas adolescentes

que tiraban las puertas

a sus madres

que éramos nosotras mismas.

El tiempo con Virginia

me gritó

me dijo:

Isabella, te amo

soy tu tiempo

y te amo

y tú me amas

y hay que amarnos fuera

de esta casa

despiertos

bailando;

ese tiempo se hizo mío

y hasta hoy lo llevo

conmigo

tras de mí

innegociable.

Con Mariana el tiempo

a veces no pasa

deja de existir

se estanca

o se dilata

algo le pasa al tiempo

pero escribir sobre el tiempo

de Mariana

sobre la marcha

es condenarlo

adornarlo de profecías

que ella se empeña en darle

a nuestro tiempo;

mejor

tenderle la mano

proveerlo de chances

para ver la vida

crecer

en un charco

un océano

que es este tiempo donde vemos nuestros reflejos.

Pero

¿qué va a pasar cuando

no haya más mujeres

que quieran cambiar

mis tiempos,

cuando nadie se fije en mí y me siente en una plaza derrotada

por tanto tiempo perdido?

En ese tiempo,

¿quién vendrá a medirme las horas?

Cuando sea nada

ni tenga tiempo

¿qué mujer se atreverá a ser una vez más

mi instrumento? 

*

Las imágenes que acompañan al texto son propiedad de Lou Noble.

***

El siguiente poema es para cuando “quisiera decirte que me arrepiento, pero la verdad es que te viviría una y mil veces“.

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