Amándome a mí mismo pude brillar con más intensidad,
para compartirte un poco o mucho de mi felicidad.
Y creo que de eso se trata el amor, de iluminar tu vida un poquito con la mía,
y entender que nuestra esencia siempre ha sido el dar para alegrar y llenar de tranquilidad.
Esa tranquilidad de saber que no estás solo,
esa tranquilidad de que, si lo estás, ella siempre estará para ti.
Esa tranquilidad de que algún día te la vuelvas a encontrar.
Esa tranquilidad que sientes cuando lees un libro bajo la sombra de un roble;
Esa misma tranquilidad de tocar la guitarra al otro costado para hacerla sonreír.
Bueno, esto suena muy película, pero es que si no es así ¿con qué otra creencia nos atrevemos
a hacer que este tipo de eventos sucedan?
Sí, una película como la de aquel día,
ese día en el que te perdiste y te encontré,
ese día en el que nos vimos y tembló;
ese mismo jodido día en el que me desmoroné al abrazarte,
ese mismo jodido día en el que queríamos volver al principio.
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