Tan rota
como el capullo de un gusano
que anhela ser mariposa.
Intentando batir las alas que no tenía, lamiendo los despojos de otros cuerpos.
Ignoraba que se vuela con la mente y no con el cuerpo
y pasaba las noches matando margaritas para que algo en el mundo me dijera que vendrías a por mí.
Y nunca llegabas y yo
había perdido cientos de oportunidades para disfrutarte desde lo alto por miedo a no estar
a la altura.
Y tú,
sin embargo, volabas ligero y sin miedo.
Dabas por supuesto que era la tierra la que giraba en torno a ti
que todas las malditas estrellas salían a iluminarte el paso en la noche
que las bombas eran avisos de guerra para los que aún no se habían atrevido a buscarte.
Te creíste el rey del mundo y lo fuiste.
Cualquier humano hubiera sido capaz de encontrarse con las piedras que pisabas para tropezarse con ellas.
Cualquier humano menos yo.
Yo ansiaba con alzar el vuelo y verte.
Sólo quería verte en lo alto y saber por qué diablos tu trayectoria
era tan adictiva para los sin alas.
Llegué a pensar que te importaba un mísero infierno lo que alguien pensara de ti,
y era el mundo a quien le importabas un infierno,
al mundo excepto a mí.
Hoy todavía dudo si sabías que yo existía.
Tú que te creíste el rey del mundo y lo fuiste.
Tan solo, tan arriba, tan condenado a ser tuyo que te perdiste las delicias de la tierra.
Tan solo
que fuiste más capullo que mariposa.
Tan arriba,
que te perdiste la vida.
Tan condenado,
que sólo fuiste tuyo.
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Enamorarse es ponerse en una encrucijada pues todo lo hace más complicado, por eso estos libros te ayudarán a saber si estás en la relación correcta o si sólo es un amor platónico.