La fe como retórica del cuerpo y del lenguaje. La duda existencial y la negación de los preceptos morales como un acto de rabia erótica. Lo pasional también es padecimiento. En otras palabras, la poesía como tránsito por la vicisitud de los deseos, del arrepentimiento y la culpa que se siente por placer. Después de todo, la poesía profana, pero por gusto. He aquí un poema de Mireya Sánchez Lo.
Jesús en la boca
Hincada, me persigno,
arde la ofrenda entre mis piernas,
me derrito al son
de campanas en celo,
los labios crecen arrogantes:
¡tengo sed!
Carpintero con dedos de fuego
mira cómo escurren peces
por mis rodillas,
la sal trepando muslos,
pezones en furia
son vórtices de mi fe.
Néctar de luna llena
se esparce exquisito
sobre tu vientre con sangre.
La lengua deletrea estigmas,
succiono tu dolor
con rezos que no me alcanzan
para poseerte,
el sudor llora
sobre mis pechos crucificados:
intercambiamos coronas a galope,
lluvia de clavos en eco
resucitando rincones
gritan cabellos que gotean
por tu espalda,
ansiedad de mástil
que arañe mi puerto en llamas,
las caderas no detienen el silencio.
Me traspasas con la cruz diagonal,
nos carcomen los beatificados en éxtasis,
embravecido animal:
vierte en mí los pecados ¡te lo ordeno!
que yo seré María
¡tu puta, tu virgen, tu madre
Estallo, Jesús
con tu piel entre mi voz:
copal y carne que tiemblan.
¿Te quedas quieto, inmóvil, justo ahora?
No me detengas con tus manos desérticas,
antes tenías en la boca verdadero dolor,
ahora eres pedazo de hombre que da lástima:
¡Sigo con sed, maldito!
Iré a otro templo donde me acaricien
con más milagros.
Tú eres sólo un muñeco parapléjico de aparador.
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Las imágenes que acompañan al texto son propiedad de Sophiea Nots.
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La poesía es un estado mental. Abre el empaque, abre tu mente.