Como si se tratara de un cliché cinematográfico, Jeanette Winterson sólo tenía amigos imaginarios, era severamente castigada por una madre estricta y vivía en uno de los barrios más pobres de Inglaterra. Además, fue víctima de los abusos de sus compañeros de clase, mismos que se burlaban de ella por no llevar ropa nueva y su desalineada apariencia. Siguiendo la línea del cliché, la chica de imagen andrógina creció envuelta en una serie de infortunios que la llevarían a convertirse en una de las escritoras más prolíferas de la actualidad, puesto que plasma sus más íntimos sentimientos en sus obras, además de que se ha abierto al mundo y se deja ver como es en realidad: una mujer que visitó el infierno y sobrevivió para contarlo.
«La curiosidad siempre corre peligro. Si eres curioso, nunca volverás a casa».
«Lo que arriesgas revela lo que realmente valoras».
No sabe de dónde viene realmente, pues cuando apenas era una bebé fue adoptada por una familia evangelista cuya necesidad de involucrarla en el pensamiento religioso, propio de la comunidad, se hizo presente desde que la niña pudo emitir palabras. Luego de años de abuso, llegó a la adolescencia con una serie de preguntas sobre la vida, su cuerpo, la religión y la sexualidad. Se dio cuenta entonces de que se sentía atraída física y emocionalmente por una mujer, y que casualmente ésta no tenía un inconveniente con mostrarse igual de afectiva con ella. El rumor se esparció y llegó a oídos de su familia, la congregación religiosa a la que pertenecía y del pueblo en el que vivía; una audiencia que presenció un exorcismo en vivo…
«Creo que la heterosexualidad y la homosexualidad son una especie de psicosis, pero no son la verdad, ésta se encuentra en medio, sin definición».
«Odio la palabra ‘lesbiana’, no dice nada, su único propósito es molestar».
La tomaron entre varios y sin aplicar mucha resistencia, permitió que se realizaran los ritos necesarios; escuchó los rezos y recibió el agua bendita en su cuerpo. Escuchó cómo todos sentían la supuesta presencia demoníaca mientras ella gritaba más de desesperación que de posesión. Al terminar, Winterson se levantó y salió caminando con normalidad mientras amenazaba y advertía que no se escondería y mucho menos ocultaría su amor, por lo que fue expulsada de casa inmediatamente; ésta comenzó a dormir en un automóvil y leer cuanto su mente y visión le permitieran. Esto le impulsó a escribir lo que toda su vida había padecido, por lo que se usó a sí misma como un personaje de ficción que lloraba y sufría. Sin embargo, cambió algunos rasgos de su personalidad para crear un personaje nuevo que se moviera con naturalidad y sin temor; justo de la manera en que ella recorría el mundo.
«Soy una escritora que siente amor por una o varias mujeres, no soy una lesbiana que suele escribir».
«En mi subconsciente, mis libros eran parte de un mismo escaparte emocional».
Para ella, el amor es lo más importante del mundo, es el motor que mueve al planeta y sin él, simplemente no hay nada. Ella recibió el amor de su familia, pero no era lo suficientemente real para que la pequeña pudiera sentirlo de manera pura; sin embargo, fue hasta la relación que la llevaría al exorcismo que entendió que el amor mueve montañas y es capaz de cambiar el entorno, mostrándole a los seres vivos que el amar a alguien tiene ventajas y bonitos resultados, como el sexo.
Winterson cree en la entrega de cuerpos y almas en un acto placentero; no obstante, eso mismo la hace dudar de la existencia de Dios, porque aunque se dice que sólo hace actos de amor, nunca la ayudó cuando le hicieron aquella humillación pública en la que “le extirparon un demonio”.
Ella había bajado a los infiernos, puesto que su vida parecía un juego demoniaco, era como si él se divirtiera con la escritora y le pusiera pruebas por demás horrorosas. Ella no pedía una vida feliz, no deseaba una vida ejemplar, lo único que pedía era un poco de paz y anhelaba una vida normal. Esto lo expresa claramente en su libro, ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?, en el cual explica su trágica vida, así como su proceso de autoinvención; Winterson denomina así el momento en el que descubrió que era adoptada.
«En cualquier cosa que se dé fuera del matrimonio, hay libertad y emoción».
«El dolor no se puede evitar y el idioma tiene que ser su recipiente. El lenguaje hace visible el interior».
Aunque nunca se mostró como la protagonista de sus novelas, siempre trató de evidenciar su vida en ellas. Por eso, La niña del faro hace referencia a su soledad y al abandono que sufrió desde pequeña, ya que su familia nunca la procuró como debía. Lo mismo ocurre en Escrito en el cuerpo, donde habla de cómo su sexualidad le provocó malas experiencias con la sociedad y la represión que vivió a costa de ocultar lo que realmente sentía.
Es gracias a la represión y al olvido que vive sola en el campo, escribiendo conforme le llega la inspiración, encontrando en el amor terrenal su principal influencia. Los recuerdos del primer beso, la sonrisa que le saca la primera caricia y el suspiro de la ilusión de volver a amar, le ayudan a crear obras inspiradoras y poco convencionales, que de haber sido expuestas en su adolescencia, habrían provocado la furia y rechazo de sus cerrados padres.
«Las mujeres ya hemos hecho todo lo que nos han dicho que no podíamos o no debíamos hacer».
«Pasamos toda la vida aprendiendo, siendo más sabios y más buenos y justo entonces, nos morimos. ¿Qué sentido tiene esto?».
Esto no fue más que un obstáculo en su vida y se puede notar en su lectura. Se siente el dolor y la pesadez recorrer cada letra y cada frase, pero también está plasmada la realidad de una sociedad cuya única misión es tener ovejas con la misma mentalidad. Un mundo para el que Winterson no estuvo nunca preparada y mucho menos como una mujer feminista y de preferencias sexuales muy específicas, que lo único que quería era ser vista como una persona que ama, siente y quiere afecto. ¿Por qué ser una niña presa de las burlas? ¿por qué ser una mujer reprimida y hasta satanizada? Lo único que ella quería era amar y sentirse correspondida, por ello, el dolor y la tristeza son sus más grandes aliados, su obra literaria ha servido para demostrar que si lleva dentro un demonio es el de la libertad.
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Mujeres escritoras, hay muchas, pero estas 10, son básicas en la biblioteca de cualquier lector, a igual que estos nombres masculinos, los actuales, resultan ser sólo seudónimos para mujeres que fueron reprimidas.
